DIARIO CATOLICO ' ■ ■ ■ t SE IF-TTErL-ICA. TODOS ÜÍA-S 'E3£OB!PTO LOS FESTIVOS Año XV Sábado 9 de Julio de 1898 Núm 4.051 HEROISMO MADERO Cuando en un siglo de corrupción y de inmoralidad como es síq duda alguna este en que nos . cupo la desdichada suerte de vivir, se vén ahnas que despreciando Jos halagos del mundo y luchando con enemigos formidables cuales son los que combaten al espíritu, . renuncian á todas estas sugestiones y veneenitodas las tiranías pa ra clavar el pendón de la victoria sóbrelas ruinas del amor propio, de la vanidad y de ios halagos de la carne, no podemos.' menos de admirarnos y exclamar con todo el entusiasmo de nuestro corazón: Este es el fitrtümo verdaátro.-EX vince te ipsum de San Agustín ha sido siempre la última palabra det heroísmo vtrdad^ porque para nada se neceBÍta tanto valor como para; vencer las reñidas batallas que.'á nuestro espíritu presenta nuestro mismo modo do ser, desde que. ha quedado con' inclinaciones al malea castigo del pecado de origen. 1 Esas mismas palabras del sabio Obispo de Hipona, han 'resoHado sin duda alguna en los oídos ' de la virtuosa' jóveb, que á'lá ' tierna edad de diez!y;$e)s años,- ha dado un eterno adiós a! mundo para des - f losarse con el esposo celestial de as1 almas Cristo 'Jósító ly 'disfrátar. en 'los' embalsartíadós Vergeles del "claust'ró/'dl fr'sgábte ardtoíidefás virtudes qué at coótacio det Máes'tro 'divinu se ^re¡b'éili!, £1 keroismb, esa palabra qúe to* dos pronuncian y que nrtiy pocos 'definen,' h'ábrá répercutitfo -én .el corazón de la tierna virgen que'ya á los doce años dirigía sus Vuelos al arca santa, donde solo se puede encontrar seguro asilo en la corriente de ' desolación que ha inundado la tierra. Si,- la palabra heroísmo habrá llegado tal vez á los oidos de laque desde hoy se HamariSor María de S. Joaquín y en el mundo se conocía ton1 el de María Agustina PatiSo, y al estudiar' ella el sentido de esta palabra y al meditar - en 1 las que el Obispo de Hípona había dejado escritas, sin duda alguna' la habrán llevado ála resolución que tomó de abandonar el mundo por el claustro, definiendo de la manera más acabada, :Io que se entiende por valor y en que consiste elAwimoUevadoá la perfección. No nos detengamos en más consideraciones. Penetremos en la Iglesia de Santo Domingo el día 7 del mes acünl y á pesar de la escasa concurrencia, (pues la ceremonia se llevó á cabo á puertas cernidas, según expresa voluntad de la postulante y tan solo con un corto número de invitados, para que de esta manera resaltase más la 'modestia de la misma) contemplemos el cuadro que ante nuestra vista se desarrolla. Son las seis de la tarde, el sol lanzándolos últimos rayos de luz eobre el horizonte íeñia lenuamente los cristales de colores de la iglesia' mencionada, et altar mayor profesamente iluminado y con los adornos de ' las grandes solemnnldades, el clero revestido con los ornamentos sagrados, y fracíosa y modesta joven en cuyo lanco vestido se revela la pureza de su alma, que se acerca al altar con pié firme y rostro serano, he abi el grandioso espectáculo que estamos llamados á presenciar. ¿Qué pasa en la morada del Dios de loe ejércitos? Reina un silencio sepulcral, solo de vez en cuando la voz del ministro del Altísimo se percibe, los mismos ángeles del cielo que vienen á pre¬ senciar el acto enmudecen y como confundidos alaban las maiavillas del Omnipotente, y el sacerdote del Señor; bendice un hábito que más tarde ha de vestir la virtuosa joven, que por última vez Juce los adornos que el mundo pro ■ porciona á sus seguidores. Imponente procesión se dirige desde el altar mayor á la puerta reglar. El Sr. D. Perfecto Pardo, acompañado dé los Sres. Morillo y Tato; ofician en este importantísimo acto y un momento después la joven postulante se retira. Aquella que poco antes cual fantástica visión rSemejaba ó los ángeles, aparece ahora vistiendo ya el há? hito que la acredita de Esposa det Señor y en aquel sémblaole y en su mirada y en todo sn conjunto nos parece ver una virgen que pudiera inspirar á un Murillo ó inmortalizar á un Rafael. ¡Bendito cambio que proporciona á ta ilustre esposa de Cristo ocasión .de merecer no solo la corona do la gloria sino la azucena de las vírgenes y tal, vez la palma de los mártires. ..." ' .Fueron sus padrinos en acto tan importante D. Manuel Matinot y D.» María Cal, 'y á estos, asi cómo á la familia de la nueva novicia, no podemos menos de tributar la mas entusiastaenhorabuena-A.la Comunidad'de Religiosas Agustinas de esta'cíudad.que , en, menos; .de un año víó aumentar en' dos el nSmerd de vírgenes , (¡onsagrad^s al Señor,, mil parabieqes, y á la ;nueva religiosa la' ex presión más sincera y más fiel de nuestra admiración y de nuestro respeto., . , . Cuando los ''.enemigos de la civilización y del progreso, que no son o"tros que ios enemigos de la Religión y asi hay que decirlo claro, critican las ordenes religiosas, nos reímos á mandíbula batiente al ver su insensatez, fuera de la indignación que la falta de respeto á lascosassantasnosproduco.Una jóvende diezyseis años puede dar lecciones de heroísmo á muchos que pasan por heroicos y que no han podido ni siquiera vencerse & si misi/tos. He ahi el heroismo verdadero. A. FBAGMENTO Cuando el hombreen su arro(gancia es ídolo de si mismo, y ei ciego indiferentismo deja ver de la ignorancia; cuando á toda noble idea cierra el alma embrutecida, y en el feslin de la vida nada busca que en el alma sea; cuando reniega de Dios desheredado de fé, y solo mueve su pie de la vil materia en pos; cuando ciego de su locura camina de yerro en yerro, y soló adora al Becerro de Babilonia la impura; . - cuando deja se .proclame la desvergüenza sin miedo, y es el mundo ún vil remedio de Pentápoüs la infame:, entonces Dios, i través' de la horrenda niebla impura, escribe de la sombra obscura su Mane 'Thesel Pharis, y én sus profundos misterios imprimo en laeternidad la palabra vanidad, con polvo de los imperios. M. Pcrnánde: Gómate; Sonó ya la hora de las reparaciones Las desgracias si multiplican de tal manera que parece que España se acerca al ocaso de su existencia". Barcos que se averian y caen prisioneros, escuadrasque se ¡tunden, pueblos que se pierden, miles de hombres en poder de los enemigos, regueros abundantes de ' sangre que humeante parece que asfixia, cadáveres insepultos y destrozados que horripilan, ayes que desgarran el corazón. Sangre, muerte, exterminio, miseria, desesperación, abatimiento, inmoralidad suma y faltos de- esperanzas que pangan remedio á esta desolación; he ahí nuestro estado actual, ta situación de esta nación que todo lo ha sacrificado cu aras de su independencia y en nunos de unos explotadores que no saben lo que es honor y patria. Nuevo Cíuadulete se desarrolla ante nosotros, pero todavía mil veces mús tremendo y siniestro que aquella hecatombe de ta Kdad Media, porque siquiera alli surgió la figura , mágica de un Pelayo, que cual héroe semidivinizado por la virtud y por la lé ha emprendido con ei. laurel de la victoria la gloriosa reconquista, que tanto renombre é-jmportancia tíos había de da'r en el mundo entero. Y ¿hoy que tenemos? ¡ Dios miol Por no tener nada hasta esperanzas no tenemos, ni Siquiera una íalsa ilusión que sostenga nuestro ánimo, todo so acabó. Nuestros estaditas y nuestros gobiernos han consumado la obra de nuestra ruina. Nuestro honor ¡ese honor tan envidiado por las naciones extranjeras! también se ha perdido. Sí, se ha perdido allá en las nguas do Santiago de Cuba. Acaba de entregailo un marino espaflol al almirante Sampson.[[ Horror Virgen, Santa! ¡Todo, todo lo hemos per - dído y derrochado!: sangre, vida, riqueza y honor.... y hasta la misma esperanza, última tabla de salvación del desdichado náufrago en el proceloso mar de la vida. No hay un punto en el horizonte de nuestra política y nacionalidad á donde tender ta vista. No hay más que tinieblas y desgracia, pobreza y ruitn; villanía y traición. ¿Quién es el responsable ó responsables de esta hecatombe? No podemos señalarlos porque las leyes nos lo impiden. Pero tiempo es ya de que se ajusten las cuentas y se exijan satiiíacciones plenas y sepida verdadera reparación al culpable ó culpables. El pueblo español, ese pueblo que so llama rey, debe aunarse en masa pnru volver por su honor y exigir amplia reparación do tanto d(is-.)stre. liti la sentencia que se dé no hacen filta verdugos. Juzgad, que la historia se encargará de castigar. La inacción seria hoy un verdadero delito-, el escepticismo é indiferentismo nos mostrará á tas generaciones venideras.comp apocados y sin nob-'eza^.cbmo seres adormecidos por el vicio y sin .energía varonil. Españoles, que nuestros hijos digan qué si hemos sido derrotados no fué por falta de valer y direci;iónt!SÍno porque no hemos podido más. No acabemos de ultimar mies ■ tra desgracia con nuestra frialdad. Mirad que echamos un denigrante oprobio sobre nosotros. ]A> do nosotros ante las gene • raciones futuras, si no despertamos del letargo! — 172 — tros conocimientos aumentar sus observadores entusiastas y sus fieles admiradores. ■ Los procedimientos que pueden seguirse para alcansar y perseverar en ese precioso fruto det Espíritu Santo son muchos, pero nosotros en gracia á la brevedad, citaremos algunos de entre Jos más importantes. Podemos considerar como el primero una buena educación, inculcada á la vez en el santo temor de Dios; tratar de cumplir en todos sus extremos los deberes que conciernen á cada cual, desplegando actividad y constancia en las cosas que interesan á nuestro bien; huir de la ociosidad y de la vagancia, asi como de las ocasiones propicias ¿ las tentaciones; detestar lecturas demasiado libres, retratos y pinturas voluptuosas, representaciones obscenas y conversaciones deshonestas; Irecueutar las prácticas recomendadas por la religión católica y muy particularmente la oración; procurar hacer una vida morigerada, timorata y exenta de esos medios excitantes y de atracción que con tanta frecuencia se usan hoy en' determinadas clases de la sociedad; y por último, la abstinencia y el ayuno en beber y comer, el recato en et vestir son también convenientes para conservar la preciosa joya de la pureza y honestidad. Enhorabuena quese permitaá todo el mundo disfrutar de los recreos que se usan en una sociedad culta y en los pueblos verdaderamente cristianos, pero todo esto no obsta para conservar incólume el tesoro más estimable de nuestra existencia. Vemos, pues, que la castidad en todas sus variedades ss el medio único y más eficaz de combatir la lujuria. Pero aquella virtud no combate el vicio sensual con diatribas y recriminaciones, sino que le opone fos maraviliosos procedimientos do una selecta educación moral y religiosa, á la par que los heróicos resortes del vencimiento de las pasiones y de una CAPÍTULO VIH DELA CASTIDAD. — I. De la castidad en senetal.— II. La castidad es in dispensadle en la juventud. — III. El matrimonio ciiiim reuicdío de la Injuria. — iV. El celibato rcligiosii.— V. Ventajiis do este cílibato. — VI. La continencia es necesaria en la veje/,. 1 De la castidad es gexeral En los capítulos precedentes hemos visto, aunque sucintamente, los innumerables daños que ocasiona■ ba la lujuria en la parte física y espiritual del hombre y que la religión en aras dei bien humano opone á este vicio la virtud de la castidad: entendiendo por ta!, el desprecio de los placeres ilícitos y sensuales, vedando su realización y reprimiendo también les deseos y pensamientos concernientes á esos inmundos deleites. . La castidad tiene también sus variedades, según sean las personas que la ejerciten y las condiciones de esos mismos sujetos. El Sr. García Mazo admite tres clases de castidad, es á saber: la virginal, la viudal y la mairimonial. La virginal consiste en una absoluta continencia de los placeres carnales, pudiendo ser temporal ó perpetua, es propia de los solteros y es la mSs perfecta y de mayor importancia-, la viudal viene á consistir en la continencia de estos mismos placeres después del matrimonio y la matrimonial en una absoluta continencia de los placeres carnales fuera del matrimonio y de los ilícitos dentro de éste.