SUSCRIPCIONES tíigo, tm'raea. . . i " pts. Fuera, Irlm^traípago ■ , ,,. idellntiao). . . . .4 Bltrímat.y.íjttranjero-M ...» Nllpero. fyl día. .,. ■ . o;05 i . . Atrasado 0'15 t Comunicados y snuncloí, preioo í'eon veno \ on'alés. ' APVIRTKNCJAS Se íinunciarin los libros, folla Ws j revUtas que se tflinlun á la Hed acción, haciéndose un luicfo crítico más t> ininoí extenso do los que por su i m portille jilo meceica». No se lievueiven los oscrltos que por ¿Iguiu iizin no pudieran Insertarse. Este parlódico no se puhUct los días slguleutei á festivos. DEMOCRATICO DE LUGO AÑO' IX. Rsn ACCION Calle del Queti Jesús, S, principal. Domingo '13 de Noviembre cls -IS'JS. AD MI HJSTR ACION Calle (!e la Rolna. 3, hajo. A i* '4 lia fisonomía del pobre inválido de ]a goerra : -so. auimó de repente. Alargó lev cabeza y se quedó inmóvil, anhelante, espelÉndo escuchar de nuevo aijuel acento adorádo que' había. Uégáaó i bus ¿Woa... Etao gentes de aú' tierra las qúe'babíati hablado, quizás de so mismo, pueblo... . ¡Oh! Ga&a gratámeute, habían reaonado en su alma eotriatecida- aquellas vocea... ■ Por. ua momento había; creído recobrar la vista, ante' el mágico conjuro del^ acento natftl, que le había hacho ver coa loa ojos del ftlma— porque loa ' del'cüerpo' touíaloa íaecos y sin brillo— loa- olivares ceniciento's, los yiñedoa áíi 130101: dé eáméralcla(.y iós osciiro? ¿aran-, joa cargatJoa coii^u froto oro. yplyjetbñ.fí sonar las, ypoes, las dulces palabras del dialep^o, amoroso aprendido ea el regazo materno, et único .Jenguaje oonocido por el infeliz, soldado antes do ir al B?; vioio de las armas. La senaación fué en • toooes mia .intensa,- y de nuevo le pareció al inválido qne el negro velo que le cubría los ojos y le irapedía ver, se1 rasgaba de repente, dejando penetrar en ena muertas pupilas la Juz'ésplendtfros'a que fecundaba los' dampds'de su país, prestándoles alegres colorea y variados maticea. Y esta vez la sugestión f^ tan .poderpsa, que Visanki, veí^.. perfectamente el pueblecito dónde est^ba'q esperíbdolei los seres queridos do su alma, todo blanco, aprisionado por el espa- ' so ramaje de los árboles frutales, protegido por et campanario de la iglesia, que se dastacaba briiI¿áté'Ldesde'lárg&:distáncia, con el resplandor de las barnizadas tejas, .nh ílliíñferít r^patíjado. prprtumpió en so-, liosos... Al Qn llegaba i la tierra adorada (Jpodp le. había parido su madre, í aquella tierra regada tantas veces con . el . sudor de s'ii fren|9 y .que. y a no volvería i Yer...lío; ya no la volvería í ver, porque en la guerra salvaje ó inhumana je habían dejado ciego... . "Y 00 obstante, tms.solíozoB eran, de alegría, de una, alegría melancólica que le hací^ llorar y.reir al míamp tiempo. . . , Desde que se . habla. queda^fl.sia. vista,, los otros sentidos parecían habácsele añuado y oía los ruidos, m^s .confusos, y distantes, y percibía los olores con tai fuerza, que ¡ftdabanla impresión de las.c'oaas. Y ahora, ^hora qup el tren que lo cooducjíi,: comenzaba á .deslizarse por el país natal, entre agudos silbidos y terrible estrépito, notaba más qne nunca aquel cambio operado en sn organismo. Y por estolas ráfagas de aire que penetraban P?r !& ventanilla del. vagón, le hablaban de una porción de cosas que le pareqía estar, viendo. , ., , , Abora una ráfaga le traía con et suave olor(de.laa hierbas campesinas, .el recuerdo, la visión más bien de la montaña por entra cuyoa abruptos peñascales despteudidos de lo alto crecían el hinojo y el tomillo y otra porción de plantas cuyas vútudes medicinales conocía ól perfeotámenté. 1 ': 'Luego conforme avanzaba él largo convoy,' penetraba un aireciilb impregnado coa ¿1 olor' de frutas" maduras, que saboreaba con delicia como ai las tuviese i bu alcance y las llévase i la boca... Y veía, siempre con aquella vista interior qué había sustituido i la de sus ojoa, las bresquillas aterciopeladas y rojizas, las uvas tr&usparentea behebidaa. de néctar . delicioso, los higos azulados con grietas ''purpúreas, por donde rezumaba el almíbar, ;.laa naranjas color de fuego, qne. aplacaban la. sed con su jugo azucarado, las granadas pintadas por fuera y encendido. qolor por dentro,y todos aque¡I os: frutos de. sabor dulcísimo que se criaban en los >huertos húmedos :y llenos de sombra agradable ^ue tanto abandaban ao aquella hermosa tierra.;. ' A. veces, confundido con . el ruido del tieu.'lUg&ba i loe oidoa de Visantet el rumor de una cascada, de aguas úorrteotaa, onyo murmullo. le producía una. sensación de fresco ra, y le recordaba la sed espantosa que había pasado en la manigua, y en el vapor qt^e acababa de oonducirle á España, hacinado .entra centenares da compaüeros exangiiei, tísicos; hambrientos y moribaa- ¿9ti' %■ tv/num 4« ta» gana Ijabw* mandado parar el tren para humedecer los labios todavía secos, en aquellas aguas ¡syl que eran U mejor medicina para curar toda clase de males, pero cuya virtud no llegaba i devolver la vista á los pobres ciegos. ¡Y él estaba ciego, condenado á eterna oscuridad, inútil para todo!.,. .Esta idea rompía el encanto, la sensación agradable experimentada al recibir la caricia maternal que la tierra amada parecía enviarle envuelta en los perfumes de sus oampos y el rumor de sus aguas. Visarilct, el infeliz repatriado, lleno de desconsuelo, pensaba en las penas sufridas | y OD las qüe todavía le quedaba que sufrir , en ol mundo. , . Por un triste sarcasmo de ¡a suerte, du- ' rante la campafla, siempre había astado bueno y hubiera regresado ó Espaiia disfrutando de porfoota salud, á no haber estallado aquel cailón que le había abrasado el rostro dejándolo ciego, ' Ni el hambre, ni la sed, ni las fatigas, habían logrado debilitar su constitución robusta. Jfi el suplicio inenarrable del vapor, sepultura infecta' flotando sobre las aguas,, infierno lieno de horrores, había logrado ponerlo enfermo. No por eso dejaba de sufrir allí de un modo cruel, siu poder moverse del sitio en que lo colocaban, sin aire que respirar, atormentado. por los desgarradores lamentos de los que se morían siu couaúelo alguno, escuchando las toses de los tísicos, las oraciones de los que croíaa llegada su última hora, y ifts quejas de todos al verse tratados y . conducidos de-un modo iniquo. ... Algunas veces, sin embargo, uu compafiet'o compasivo lo llevaba i cubierta guiáadolo por la escalerilla casi perpendicular que daba aooeso á la escotilla. Y entonces respiraba el aire puro del mar y permanecía silencioso é inmóvil entre los pocos soldados que volvían con salud y pasaban o! tion^po jugaudo á las cartas y formando proyectos, verdaderos castillos en el aire. La sed, no cesaba de atormentarles, una sed espantosa que les dababa fiebre y tos volvía locos- Ea cambio, allá en primera, donde iban los generales y los jefes, el agua brillaba trasparente en las hermosas botellas de cristal, y en el espléndido comedor cubierto de tapices y molduras, no cesaban de regalarse con viuos generosos, pastas y refrescos. Al ñu llegaron al puerto y el vapor eohó á tierra su cargamento de esqueletos.- Lo primero que hizo Yisanttb al pisar ti er infirme fué padir agua por el amor de Dios para saciar la sed implacable que le devoraba. Después, siempre cogido del brazo de uu compañero, continuó su viaje en el tiren, con 3 ¡cocción a! pueblo natal. Su todas partes inspiraba compasión í los hombres y hacia derramar lágrimas tristísimas 6 las pobres mujeres q'ie salían á esperar á sus hijos á las estaciones del tránsito. Ya le faltaba poco para llegar á casa. Desde hacia algunas horas caminaba el tren por la renióa valenciana, siempre verde y fecunda. Lis gentes que entraban en el coche eran del país y aa expresaban en d¡aleco, causando esto á Visantet, una impresión gratísima, Los nombres de las estaciones le eran familiares y !o despertaban multitud de recuerdos. La temperatura era más dulce qne en el terreno que dejaba . atrás, y el cielo ¡ayl que él no veía, estaba ebuio siempre, azul y diáfano. Se paró el treu frente á una estación de tercer orden y Visanlü se levantó de bu asiento con los brazos abiertos y el metro vuelto hacia el puebiecillo que no podía ver con sus apagados ojos. La portezuela se abrió con estrépito y una porción de hombres y mujeres con el semblan te arrebatado escudriñaron el coche. ¡FUI de m<í vida-f — gritó una pobre anciana al ver al soldado, y oou una liga res a impropiado sus años se precipitó dentro