(S/ caballero SANTIAGO: Interior del claustro de la Catedral aniiago en La orna o L le (j^oii nbra SANTIAGO: Fachada llamada de las Platerías antiago el Mayor era. pescador de oficio cuando Jesús le escogió para discípulo suyo. j^^J* Su profesión no podía ser más pacífica. Asistió a la Pasión del Maestro, y después se J^-^S trasladó a la Península Ibérica, en son de paz, a predicar el Evangelio. Murió, no en pelea, sino mártir, por la Fé de su Señor y Maestro, y su cuerpo fué traído por los discípulos que le acompañaran, a España, que guarda sus restos, desde entonces, en Compostela. Todo, pues, en Santiago el Mayor habla de paz. El cayado de pastor, es su adecuado atributo. Y sin embargo, acostumbrados desde niños, a ver su efigie a caballo, blandiendo en la diestra mano una brillante espada, y en la siniestra, una bandera blanca, que por ser color de paz, contrasta con la actitud furibunda del Santo J'nete, no concebimos de otro modo al hijo del Zebedeo, sino en el gesto épico y arrebatado que debieron de copiar los soldaditos de a caballo que en Taxdir dieron la famosa carga. El arzobispo Rodrigo Jiménez, de Toledo, al escribir sobre la batalla de Clavijo, basándose en las noticias de una gran derrota que los cristianos españoles infligieron a los moros, habló de la aparición de Santiago Apóstol a Ramiro 1, prometiéndole que al día siguiente estaría con éj y con sus huestes, como así sucedió. Y, desde entonces, para los españoles, y aún para toda la Cristiandad, .Santiago dejó de ser el pastor pacífico, cuyo rebaño primero fué constituido por la grey hispana, para convertirse en un arriscado guerrero, matador de moros, cuyos cadáveres van quedando atrás, después de pisoteados por el blanco caballo en que el Hijo del Trueno entró en la famosa y legendaria batalla. Y los peregrinos que a su tumba acudían en siglos pretéritos, no lo concebían tampoco de otra manera, ya que al postrarse, devotos, ante su altar de la Basílica compostelana, invocábanle con las palabras de «Sant lago, boo cavaleiro», que en la lengua gallega, entonces usada por toda la Península y que aún hoy conservan con amor filial los naturales. . déla hermosa región occidental, quiere decir «Santiago, buen caballero». Pero es cierto que no en todos prevalecía el deseo de aplicarle esa denominación, como se demuestra en uno de los hechos que el Papa Calixto II relata en su famoso códice de los «Milagros de Santiago». Ello es de la manera siguiente: Esteban, obispo de Grecia, vino en romería a Compostela, para orar ante la tumba del Apóstol Santiago. Y fué tanta su devoción; de tal modo se encendió su fé al encontrarse allí, que decidió abandonar todos sus bienes terrenos, para consagrarse por completo a la oración, ante la tumba del Hijo del Trueno. Pidió, y concediósele, que se le permitiese tener una celda en la iglesia compostelana, desde la cual viese el altar dedicado a Santiago y poder contemplarlo de día y de noche. El día de la fiesta de Santiago del año de 1058, llenóse la iglesia de peregrinos, como acontecía siempre, y éstos empezaron a rogar de esta guisa: —Señor Santiago, «boo cavaleiro», líbranos de los peligros de este mundo y del otro. * - -**- -;r,3r.-L- m -A Y el obispo griego, al oir ésto, salió de su celda y los denostó, diciendo: —Hombres sandios y gente loca: no debéis llamar a Santiago caballero, sino pescador que dejó el barco y las redes en el mar de Galilea y se fué con Nuestro Señor, y se hizo pescador de los homlires, porque con su predicación, ganó muchas almas pora Él. Aquella noche se le apareció Santiago, honrado ele vestiduras muy blancas y armado como caballero, de muy hermosas armas, que resplandecían más que los rayos del sol. Traía dos llaves en la mano, y llamó por tres veces al «home boo», según se le domina en el códice calixtino, versión galiciana. Y a la tercera, le dij"-. — Esteban, amigo de Dios, que mandaste que me llamasen pescador y no caballero: sabe que por eso te aparezco y te digo que, de aquí en adelante, soy caballero de Dios, que voy ante los cristianos cuando han lid con los moros, y hago que venzan. Y para que creas que es cierto esto que digo, con estas llaves que tengo en la mano, abrí las puertas de la ciudad de Coimbra al rey Fernando, que ha tantos meses la tiene cercada, y que a la hora de tercia, meteré dentro los "cristianos y dársela he en su poder. Dicho esto, desapareció. A la mañana siguiente, desde que salieron de maitines los mejores cléricos y legos que encontró, Esteban les dijo lo que Santiago le había dicho a él. Y de allí en adelante, aquel «lióme boo» proclamó siempre que se llamase a Santiago caballero. Dejando el códice calixtino y cogiendo el libro de la Historia patria, vemos lo que ésta nos dice y que es a saber; Libre D. Fernando I de Castilla y León, de su hermano el turbulento García, emprendió aquella campaña de Portugal de tan grandes frutos contra la morisma. Una tras otra fueron cayendo en su poder las principales plazas lusitanas. Mas quedábale por conquistar para su corona y para la Cruz de Cristo, una que ya entonces era famosa ciudad y que, andando el tiempo, había de ser llama de vivos resplandores en la cultura de Portugal: Coimbra. Antes de acometer su conquista, quiso Fernando I obtener la protección divina, por mediación del Evangelizador de las España s y el 20 de Enero de 1058, se presentó con sus huestes al pie de los muros de Coimbra, después de haber visitado el sepulcro de Santiago. Duro fué el asedio; recia la resistencia. Al fin, el 21 de Julio, se rindieron los moros, y dos días después, o sea aquél mismo en que el obispo Esteban pregonaba que había que llamar caballero al I lijo del Trueno, las huestes castellanas, leonesas y gallegas entraban en Coimbra, yendo al frente de ellas, el rey don Fernando, con su esposa doña Sancha y los obispos de Iría (Padrón), Mondoñedo, Lugo y Viseo. Clavijo... Coimbra... Después de esos dos nombres, no es posible concebir un Santiago en guisa de pastor, sino a caballo y acometiendo a la morisma con rutilante espada y fiero ademán. Avelíno Rodríguez Elias