- *--w 'UWl Revista Oalaioa fruern d 1 1 y moralidad son tradicionales y patentes fn lí lastros apartítdos ventlaqueroa, donde esos senrími*^ut09se conserva:! aún tan paros eii sus moradure-s que ignoran completamente ai han pasado sobre ellos las rebotantes ohi3 del imperio romano, de las monarquías sueva y goda, y de la innunriacion de los árabes.-sin embarg^ode sufrir inconscientes los embates del municipio, del feudalismo V 'I' l'i teo^^i'ii'^ia. Yhéaiií, fisimisino, qiie la le^^islacion ó jaris- prudeni-ia déla íialicia ^-rleg-aú GMogreaa, la vemos aún hov escrita en los Cürazones de nuestros montaupsc:?.— V que todo ésto parece ingénito, purísimo y p:uriarcal en áilos,— todo sentimiento, como la hospitalidad, la independencia, el amor k líi justicia, ii la familia, k la fuente del lugar, á la piedra que marca la sepultura de sus padres, y al ürbol plantado ame la puerbí de la cbozajel horror al crimen; la admiración de la.^ virtudes privadas y sociah's;— viviendo, por decirlo asi, en esa santa inocencia que se siente, y no se puede expresar, por su misma admirable sencillez. Hay, sin embargo, en e¿a sociedad, esencialmente democrática, que crearon las colonias griegas, hombres libres y sierros (I;í— pero e.sa servidumbre no debemos considerarla tan funesta como lo fué míis adelante en la época de los romanos, de los suevos y de la reconquista neo-g-ermana; es más natural, mé^ autonÜTnlca, mÉ« primitiva, más bíblica, [por decirlo asi. Es la servidumbre del que lío teniendo bienes ni oficio, sirve h su gusto a] agricultor, al iodustriai. t cualquier artesano, en fin: es la servidumbre del bracero, por su manutención, y que cuando aprende oficio ó se industria para vivir por sí, su misma indepondencia de otro liombre entonces, tobacc libre, civilmente considerado: ea la servidumbre del ííís^ííyííímáo, que se amparada: es una servidumbre accidental, si ae quiere, y no perpetua como en el periodo de ios romanos', de los suevos y de la reconquista, en que para redimir al siervo del terruQo, intervenía el fis- co y la corona {2). El siervo gallego de esta época h (jue nos contraemos, aunque siervo, no abdica por eso su entidad; puesto que si logra vivir por A. sin sujccciuu íiqiLcn le mantenga directamente por su trabajo peraonal, se] bace tan libre como rl quemas. Se entiende por Ubre ó noble ociedad, el que puede disponer tic sus horas, es iiC'^r el que trabaja cómo y cuándo quiere sus tierra ^ 6 en sus talleres, ó induetríaa propias; asi como ?-ovi siervos los que no pjfiden disponer de sus ho- i':\^. V ayudan k trab^ijar esas tierras ó á trabajar en ^ii^mUereaiaqueUtieque los mantienen, visten, rtc, como. propiüdad suya, ^j bien convencional: leí qu? no trabaja sus tierras ó las de otrcn, ei A^^ c ir, el holgazán de todas las épocas, ése se considera fuera déla asociación y es despreciado por tti- dos. En aquella sociedad anterior al cristianianiw, áim no se conocía la fórmula redimibledel Jornai^ — y las leyes que ligaban al siervo y al amo, si se puede consignar esta palabra aquí, eran las de la necesidad rec¿pro€.Vy—(vas^ que defiuc más que nada la cuestión social que abordamos (1). (]j Al u>aqui£tar 4 G«ticim lo« romaoo<< PlLaia noj babU do [2V Kircu^rdeae latúpli^^^ QclmirQE 4 U reían Urracn en oí 111. OrgasUzihCion poütica en parcialidades: sus arcon- tes ó réjalos. Se deapreodia aún m^s (liistóácamantej de \r% nacionalidad galo-griega que nos o::upa, respecto ásu estado económico y social, ó más bien estructura política: aquellas localidades fundadas por el helenismo colonizador, venían á ser como centros de lo que ato boy nuestros geógrafos llaman [refiriéndose k la Galicia primitiva) a^Uiguis parciali- d'tdes calateas (21, ó pequeñas repúblicas galaicas, -concéntricas, sin embargo, en ¡amasa nacional; —y coaio esta confederación de pequeños estados ó cantones carecía de emperador, rey, presidente ó gcfe colectiva, de aquí los innumerables arcontes ó lucumones (pelásgicos), ó más hien réguloa, con que son conocidos en la historia tradicional del país 3\ Estos gefes ó régulos centralizaban en sí respectivamente el mando de cada parcialidad,— de modo que eran los fuertea entre ios fuertes. En aquella sociedad, para el caso primitiva, no se elegía el caudillo, sino que éste se imponía por sí,— gracias al Figor de su musculatura hercúlea, á la cual debía la prepotencia en loa, ejercicios de destreza y pulso:— que la superioridad física como la intelectual, se siente, y no necesita votos ni comicios: quédese eso para los /¿í/50J Ídolos populares. E^ verdad que aquella era una situación de fuerza, como se dice en política; pero ¿hacen acaio más felices k loe pueblos las sítoacíoneade cA¡irííZ?-> Estos régulos reunían sus gentes para las batidas I (Ij Eji ^ar^i Jambro oaai íioy eiiito on loi Uüra lores d.i la'Gfl' licia rurftl. Ei mozo do i^roicío forma, como el waQrido, parta iotií- ^antedfllftcaBadB Iftbtanzft: ea casi propW^d del que llama to ama, oUnnl lomautione, TÍ3te,cah». «te. Con él nftda tienea qne TCr el muaicipio, laproFiaci» j el eatAdo, na^ftl» con tnbuc iones; h41o nna. ia de maniré, Bot^iacea, para alndirla, el mgio do itrvici'i 6 labranari sgcaüii. y arrieiiila choi» f tiorraa: la eludo efectxvunn? x- te: pero al adoairir personalü&d, adqniefa sotre si \m eontribuoio- iHís del mnnvcipio. la prOTÍftci* J «I «atadO, dno lo »TDl>ÍQa mis qn* la serrídombro que radimw, POr píl ifudto. Conrien^i. pao?, dj con ítt alie el sur to con ol esclaío. El entado persauftl del eiclaTÓ» era hijo déla noltiacia da lai ^orraSx en la antlffíled&'l. No oonooi^ridolaa putóac^a nneatro pai* tenia al erT09. pero no eacloroB. EsiíArimoatabaa nuMtroa natura- laa la Borvidambre, cotao cafii U ^perifueataa hoi; p«ro do la ea- claritad- ComprAndageiios lo m^g^ ¿o^íbla, oblUadoa é, esproaaruoi sintéticamente. {2) Miüano, Madox, ate. Didonftñín ««oaráfioos. O) Bacnirdeae la r4f nía Lapa ea Ift Úatorid dri ftpúitol Saatia* iro «D Otlicía, 6 hermana dal rteulo do lof caporoi.