Cabritillas Para Gerardo Fariña De todo lo que adoro relicario, es mi pueblo natal cinta de plata que, en aguas de una ría, se retrata entre un viejo torreón y un campanario. En este mi destierro voluntario percibo, al evocar su \ isión grata, acordados acentos de sonata, aromáticas mirras de incensario. Guando el Hastío tiéndeme su brazo, de la ausencia en la noche de dolores, y á dormir sueño eterno me convida. Su irresistible invitación rechazo pensando en él, que, fiel á sus amores para volverle á ver guardo la vida! Mar de ensueño que bordas la rivera donde eleva mi hogar blanca humarada, ¡oh como añoro tu blandor de almohada, tus rumores de nido en primaveral Tranquilo mar suevo, ¡oh quién pudiera quebrar tu espejo en ablución sagrada y, tumbado en la arena aljofarada, escuchar la canción de la Quimera! Al arrancarme lágrimas de duelo la amarga suerte con que lucho en vano, como un óleo de paz, vuelve la calma Recordando la hora de consuelo de aquel amanecer triste y lejano en que, al darte mi adiós, te dejé el alma! í Sonrisa de ilusión á la alborada; beso de amor al promediar el día; cuando la tarde muere, melodía; á la noche, suspiro de balada. Siempre es bella tu clámide azulada, lírico cielo de la patria mía, luciendo deslumbrante pedrería ó por el rayo vibrador rasgada. Arpa en que canta el iris sus colores, dosel que cubres mi nidal de amores, en mi soberbia, pienso al admirarte Que, aun sin las luces de la fe, creyera en el Dios de Bondad. ¿Quién, sino El, fuera digno y capaz ¡oh cielo! de habitarte?