EL ECO DE GALICIA —¿Qué hay de bueno, D. Pantaleon? — Nada de particular; todo va perfectamente, y sino fuera por que el calor ha aumentado sus tres mil grados la vida sería muy agradable. — Bien se conoce que V, se aprovisionó el día 23 de Abril. — Si; verdad es: entonces vi ciato el porvenir y adiviné todo lo que iba á suceder. — Ya, y se fué V. al almacén. . . . — Cierto y compré cuatro sacos de arroz, dos de garbanzos, dos de frijoles, dos de judías, tres de harina de trigo, cuatro de harina de maiz, cuatro tercerolas de manteca. — — Vamos, lo necesario para poner una bodega. — No tanto D. Tranquilino; lo indispensable para dar de comer, durante 365 días á mi mujer, á mis nueve hijos, á mis suegros— que Dios me los conserve — á mis dos tíos políticos — ya lo sabe V. xios de mi mujer, — á mi primo Panchito — también político — y á los seis criados que nos sirven. . . -ó que nos estorban. — ¿Gastaría V. un dineral? — Casi nada, la sesta parte de lo que ahora me costaría todo eso. — ¡Oh feliz y dichoso mortal! V. si que ha sido previsor. ¿Qué haré yo ¡triste de mi! que nada compré, por que no tenía con que hacerlo, y que con nueve centenes de sueldo tengo que mantener á seis de familia? — Pues, apretar el estómago y ayunar el traspaso. ¿Qué es eso de traspaso? — El traspaso es una penitencia que se imponían ciertos fervientes católicos (ahora en desuso) que consistía en tomar una ligera parva al almanecer del lunes, repetirla el miércoles y no comer hasta el viérnes. — ¡Dios mío! ¿quién podrá resistir eso? — A todo se acostumbra el cuerpo humano; y si no véame V. tan gordo y tan sofocado y sin embargo resisto esta temperatura. — Tiene V, razón: no hay más remedio que ensayar el traspaso. * * * Un periódico yankee en el delirium de la acometividad guerrera, escribe: — "Pronto Europa caerá á los pies de la formidable é invencible Unión americana y en breve los solios y los monarcas desaparecerán para que se constituyan estados feudatarios nuestros: entonces no ondeará en los dos continentes más bandera que la estrellada." Echa y no te derrames; y ondeará también en Calcuta, y en el Indostan, y en NuevaZembla y en el Polo Sur. Pero estrellada; es decir, frita en manteca, y nos la comeremos los siervos de la Unión aunque tengamos que despedirla con dificultad y probabilidades de indigestión. ¡Fantoches! más que fantoches ¡cretinos! ¿os figuráis que Europa es Haytí? ¿Será posible que estas cosas se escriban y que haya mamarrachos que las crean? Y va de cuento. "Un portugués se cayó en un pozo y después de hacer los mayores esfuerzos para alcanzar el brocal se convenció de que perecería sin remedio. En tan angustiosa situación sintióquealguien pasaba cerca: llamó y se asomó un español: — ¿Qué deseas? — le dijo. Castesao — exclamó arrogantemente el lusitano que hacía esfuerzos para no tragar más agua de la que ya llenaba su buche— sácame d'o pozo e perdónoche á vida. Antaño se hablaba de las baladronadas gasconas, portuguesas y andaluzas. Ogaño han ganado el record los yankees. Nadie les supera á fanfarrones ni, á mentirosos. * * * * — ¿Cuántas clases tenemos de ble que a dore si — Dos; una activa y otra pasiva. — ¿Cuál es la pasiva? — La que forman los acaparadores al por mayor y menor, escondiendo los víveres cuando hay bandos, exhibiéndolos á precios fabulosos cuando se derogan y haciendo cuanto les da la gana á todos los instantes. D. Inocencio se presenta en la bodega de D. Cósme, que es un montañés muy guasón. — ¿Tiene V. manteca, le pregunta. — Si señor, de esta — y señala su abdómen. — No la quería de puerco sino de vaca — dice D. Inocencio. Elena, cortesana fácil, recibe la visita de Alfredo Tenorio de Burdel. — ¿Tienes algo? — pregunta éste. — Sí. un hambre de 48 horas consecutivas. — ¿No ha venido el vista? — No. — ¿Y el fabricante? — Tampoco. — ¿Ni siquiera el almacenista? — -Nadie — contesta bostezando la hetaira. ¡Qué desventura! — exclama Alfredo — vamos á morir de empacho de virtud y de continencia. ¡Maldita guerra! Los alemanes han enviado á España como regalo, para que los emplee en gastos de guerra, noventa millones de marcos, que vienen á ser próximamente veintitrés millones de pesos e7i oro. Y Bismarck ha dicho: los ingleses y los yankees se acuerdan de que tienen algún parentesco con nosotros cuando les conviene; pero los alemanes rechazamos esa consanguinidad con gentes que no respetan ningún derecho ni tienen en cuenta para nada la moral." Si por el hilo se saca el ovillo pueden Vdes. juzgar que consideraciones merecen en el gran imperio central de Europa los "amigos de la humanidad.'' Y no hablemos de Francia; es tan extraordinario el entusiasmo que se siente allí por España, que diez franceses se han divorciado de diez americanas con las cuales se habían casado, civilmente por supuesto. Y están pobrecillas renegando de sus compatriotas que es una bendición. En fin, la cosa ha tomado tales proporciones que los yankees que andaban dándose tono por los boulevars de París, han tenido que largarse á Londres exclamando: Demonio, ni en Madrid nos tratarían peor. P. Layo. © e ©inr^aá). Señor Director de EL ECO DE GALICIA Habana. Muy Sr.-mío, amigo y conterráneo: En mi última correspondencia, escrita para EL ECO, hablaba de los gallegos aquí residentes y mencionaba con marcada complacencia, los grandes servicios que han prestado y siguen prestando á la Madre Pátria. Bien quisiera llegar á poseer los conocimientos precisos de literatura para hablar galanamente del generoso protector y fundador de este bonito pueblo de Dimas, gallego que ha conseguido llegar á envidiable ahura por su amor al trabajo, y que con la perseverancia que le ennoblece continuará sirviendo á la humanidad menesterosa y á los dignos de protección. Sin embargo, aun hay gentes que no se acostumbran á agradecer los favores que se les hace con verdadera voluntad y de vez en cuando suelen salir al frente malas lenguas que mejor estarían encerradas en sitios no frecuentados por gente honrada, que en lugares hermosos y bien abastecidos. ¿Que hay hambre? ¡No tanto, caballeros! Las personas trabajadoras nunca pasan hambre y si esto suele decirse entre buenas gentes, en cambio los "tremendos mentecatos" y mal agradecidos se creen también con derecho a vivir del presupuesto. La nación necesita de sus más entusiastas hijos y no estamos para que estén pelando la pava cuatro indignos, cuatro papanatas ó haraganes. El trabajo es la salvación del hombre y á él hemos de acudir si queremos ser considerados como buenos ciudadanos. Dimas está desconocido y ya no se cree hasido San Pedro este lugar de moralistas modestos. ¿Que se agotaron las municiones (entiéndase panes) y que estamos bloqueados, estomacálmente hablando? ¡Cá! Esto no cuela ni en Roma. Aquí se come á toda? horas; y aquí se desprecian las miradas de los yankees, ó de los que hacen el caldo gordo. En estas costas Mr. Sampson tiene que pasear muy aprisa. . . . por si acaso. Las gestiones hechas por el Alcalde señor Sirés, en bien de todos estos habitantes, merece plácemes sinceros y se los tributo con sumo agrado. El celo y actividad desplegado para socorrer á los pobres y el medio de buscarles trabajo dentro de la zona de cultivo, facilitando los aperos para la siembra y recolección de viandas, demuestran que el Sr. Sirés no se duerme en las pajas. Ya tenemos cura párroco en propiedad: el apreciable presbítero D. Rafael Lecea, nombrado por el señor Obispo Diocesano, padre de almas de San Pedro y su término municipal. Su trato afable y carácter bondadoso le han hecho acreedor á las simpatías de todos los fieles de este pueblo de D. Pedro Murías. Contamos en ésta con un valiente defensor de las glorias gallegas. 1 Llámase D. Antonio Dapena, contador de fragata y Administrador de la Enfermería de Marina. Habla el gallego como nuestros mejores /alistas galaicos; y con razonados y elocuentes argumentos joroba al más pintado, si es que tales puristas se atreven á poner en duda los adelantos y la cultura del pueblo gallego. Un sincero aplauso á tan buen gallego. Siguen aquilas representaciones de Marina y Wad Rás. Al frente de la primera está el caballeroso comandante D. Javier de Beranger, hijo del ex-Ministro de Marina; y de la segunda D. Lino Galán que ejerce además el cargo de comandante militar, dando gallardas muestras de su energía y buen temple. Con sentimiento comunico la marcha del apreciable capitán cajero de Infantería de Marina, D. Manuel Cepero. Deja un grato recuerdo en este pueblo: una casa, la más bonita de Dimas, construida á sus expensas. También nos abandona otro cumplido caballero: D. Juan Sierra, capitán del mismo Batallón que el del Sr. Cepero. Que lleven feliz viaje es mi deseo. Al Sr. Andirade sustituyó en el puesto de representante del Sr. Murías, D. Joaquín Pinera, persona celosa y competente, lo cual para tan espinoso desempeño vale mucho. Goza de generales simpatías que es bastante decir. ¡Dios le ayude y que tenga salud y suerte! D. Juan Hermida, nuestra digna autoridad de Marina, gallego por excelencia, está portándose admirablemente y secunda con celo á las demás autoridades, civiles y militares.