DIARIO DE PONTEVEDRA AÑO X. precios de suscmrcióN Ponto^edra, mi mes i reaios. Fnára iiti trimestre, 16 miles. Ultramar y extranjero, tí pesos fies. NO SE PUBLICA LOS DIAS FESTIVOS Director-Pfopielario, ¡j. Josfe MiliaH JUEVES 3 DE NOVISMhltE DE 1898 PUNTOS DE SUSCRIPCIÓN En ceta Admimslrficióii, Princesa 6. Anuncios y coinunicRdos á precios conyeticioii«les. NUM. 2.649 VERDADES NOTORIAS Eu medio de lacoufusióu quo ponen ea los espíritus las noticias de conferencias, coucentracioiies, programas y eonciortos para lo porvenir, es deber de todos, pero muy singular* mente de los periódicos que representamos opiniones de partidos, cousig nar clara y seucillaraonte su sentir, para que lo estimen en st? valor los f}ue necesitan conocer los .juicios y resoluciones do las diversas f oí rías ¿fiiboniiimou talos del país. Fatigada España de - programas, hastiada de discursos, ahita de declaraciones, mira cou prevención las palabras y busca impaciente por todas partes las obras. El momento de la vida nacional >en que nos encontramos es, por extremo, crflico; la guerra ha tieclio notorios los dallos, y miserias de todo góuero on que vivimos; sí recogemos su ou sefiauza para realizar en nuestros organismos una verdadera revolución, que propios y extraños seüalau como precisa, bay esperanza de salvación para nuestra nacionalidad; si la des deñamos, si desdo el día siguiente do lograda la paz no acreditamos cou hechos, tan claros como las batallas perdidas, tan indudables como los desastres de las escuadras, tan visi bles como las provincias arrancadas A unostro patrimonio, que liemos cambiado de manera de administrar y de gobernar, no cabo ilusión ui habrá larga espera para el escurmieuto; tendremos sobro nosotros el monos precio de los que desde fuera aguar dan esa experiencia, y loque es peor, la conciencia de merocorlo, con lo cual, toda vida colectiva de nación está amenazada de inevitable muerte. Si á estos crueles -casligos-de Jos " iiiayorós- ddltíre's qué puéde" "sfiífiTr ' itti' pueblo respondemos con severidades, recogimientos y enmiendas, hay re doución segura; si siguen al silencio del duelo público, miserables discor dias, luchas de impotencias, ráfagas do guerra civil ó indiferencia corrom pida á las lecciones do la desgracia, nuestra existencia nacional correrá serios riesgos de concluir con ol siglo. Eu presencia do peligros que no han menester de atisbos muy sutiles, que están en la conciencia del pueblo y forpuu el común sentir de las gen tes, no es hora devolver la vista atrás, sino de concertarse los hombres de buena voluntad para salvar lo que queda del total iiaufragio. ' Palabras autorizadas, hombros de distintas ideas y procedencias han levantado, - con una ú otra ocasión, bandera de radicales reformis, que entrañan el común propósito de cortar desde arriba los gérmenss de revolu ciones ó trastornos que pudieran surgir de abajo, y la actitud del partido couservadur ante ese movimiento os decidida y resuelta ■ eu el sentido de aceptarlo como necesario, siendo para nosotros evidente la urgencia do eiuuioud.i vigorosa en la manera de administrar y de gobernar, y eu el sistema y política do premios y castigos. A ningún conservador so le oculta la dificultad que ofrece la obra de poner en practica y de realizar cou prontitud, no ya en todo, sino la parte más esencial de esas aspiracio ues universales, y comprende cuánto se aseguraría el ' buen suceso si al partido conservador se unieran, para llevarla á término, todos aquellos elementos neutros hasta el presente, ó procedentes de otros grupos históricos, que creyeran habla llegado la hora de prestar su concurso ¡i una em presa verdaderamonto nacional y de tanto empeño. Mucho se ha abusado eu España del imperio de las 'circunslancias y de la gravedad de los momentos para justificar alianzas ó coaücióucs polItS cas; pero el mayor enemigo do convencionalismos y frases hedías habría de rendirse ante la evideucia de quo no so trata de componendas y pretex tos para obtener antes ó después el poder, sino de la situación más peligrosa que ha atravesado nuestra nacioualidad desde que la hilvanaron los Reyes Católicos, y que si aiito tan no torios y apremiantes riesgos, los quo tengan un pensamiento fundamental do se unen, las esperanzas de reden ció a, y aun do continuar la miserable vida que arrastramos, ¿e desvajKCe* ráu sin otro resultado que frases olocuentes, profecías atinadas, ó,-:á lo más, intentos generosos y sacrificios personales desgraciados. No estamos eu momentos tranquilos, ante los que sencilla y naturalmente pueden sncederse unos personajes conspicuos á otros en la dirección- de la Gacela, y eu las páginas de oro de la gnia oficial; esto ha podiio bastar para la vida normal del régimen durante muchos años; eso no es lo que so espera dentro y fuera de España, para recobrar la confianza en nosotros y la confianza para nosotros; eso coiuituiria tina amarguísima decepción, á la que seguirían considerables daños, quizá iumonsas y mortales vergüenzas. Se espera una política nueva, nna manera de ser el Estado y de vivir el Gobierno desde un principio diverso, y no debemos ocultarnos que sería preciosa garantía para ganar la coufianza pública desde Juago el que con enrrierau al intento fuerzas sociales y ueutras unidas por lo que la acción tuviera de comúi, que siendo tan grande la obra, con que se pusieran por todos los principales y más difíciles cimientos, mucho se habría he dio, y gratitud debería la patria á los que para tan alto fin hubieran aunado sus voluntades, aun cuando después se apartaran para sucesivos y más apurados detalles do la construcción. Los Condestables de la Aunada La brillante historia de la sufrida y beuoroérita clase de oso nombro on la Armada española; desdo las auMguas brigadas de artillería de mariua de que proceda basta uues;ros días, ha merecido de la prensa de los Do parlamentos marítimos, moueioues especiales, laudatorias frasos, oucomios entusiastas; pero ni estos elogios se han reproducido por aquellos órganos quo. imprimou carácter, por decirlo asi, ó que forman la opiuión pública por razón de ostar cerca de los altos poderes, u¡ hallado eu éstos la resonancia que debiera y pudiera traducirse, triste es consignarlo, en hechos prácticos eu cuanto se refiero al mejoramiento de aquollos servidorea del listado. Croemos que la árdua labor que posa s bre el centro, superior de la Armada, no ou los úitinm aciagos dias eu los qu* todo estudio y medita cióu serena se bizo imposible, siuó de continuo, haya impedido quizás quo se presto á la materia toda la atención que reclama. Siu embargo, como so trata de na cuerpo de evidente necesidad, do uocasidad imperiosa é impiescindible, cuyos servicios constituyeu uu elemento preciso para el funcionamiento de los organismos navales, lo mismo á bordo quo on tierra, y cuyos merecimientos lo hacen acreedor á mayores recompeusas, no ha debido iuenrrirse en el lamentable olvido en que se le tiene, al punto de que eu niugnua armada extranjera se ' le atiende cou tan escasa considera cióu y remuueraciou; y aunque toda comparación es reputada de odiosa, bien vale la pena de recordar la que este cuerpo significa en ese país des de ahora nuestro eterno enemigo cou remembranza imborrable, au te cuya flota hemos sucumbido, aunque uo deshonrados. Y ya que aludimos á la derrota de nuestros barcos en Santiago do Cuba, teatro de las últimas hazaüas de unes tros condestables, bien es mencionar la participación quo en tal hecho do armas alcanzaron y su heroísmo, peleando siu desmayos y siu treguas, derramando su sangre generosa, como de españoles luchando con cora zoues viriles, como soldados implorando cou espíritu cristiano una victoria que no pingo coucederuos el Dios de. las batallas, y pereciendo nada menOs que 26 de ellos cou otros II hertdos'!más ó menos graves, loque da uutÍÍ V'e 3? condestables; es decir, ¡más-ció un 50 por ÍÓO! Eu ese gran pooma éjííco en que la j^.tíóu, ta justicia, la uobleza y la h¡áalguía cedieron al nitmero de sus enemigos, sometiéndose á la brutal ainiqué práctica ¡oy del más fuerte, los condestables españolas rivalizaron ea pericia 6 iutrepideíi con las de más clases y dotaciones, rogistráudo so rasgos no ya da arrojo, siuo más bien d'j indecible osadía, quo la historia ¡rnparcial consignará en los térmí nos quo merecen serlo. De una manera detallada, se leen los servicios más culminantes de osa epopeya, desarrollados 'por los condestables, on alguuas pnblicacioues, siendo nuestro apreciable colega Ca Correspondencia de San Fernando quien con exquisita y ;coumovodor» brillantez do coucoplo'.'t los enumera más ámpliameuto eu un artículo, salí do á luz poco bá y al que después de reproducirlo lutogro en sus columnas, añade El Correo Gallego por vía de comentarlo: "Para el momento de la reorganiza ción do la Marina, bien digno es ol benemérito cuerpo de que se procuro mejorar su condición actual, poco ajusUda á sus merecimientos.* ¡Y tan poco ajustada como resulta!; como que una voz oonocida, la razóu se resisto á admitir la mozqtrndad de los haberes quo disfrutan, si se atíen do al cometido que prestan y á ¡as responsabilidades que 'también les afectan. La generalidad de laaf gentes, poco inclinadas en nuestro país á la investigación y al couocimibuto de todo asunto de carácter técnico, uo so ocupa desemejantes materias, ¡ni como ha de sor así cuaudo el tiempo es poco para ol análisis de los bombres y las cosíis que 'dicen relaciói? con ¡a- -pull-tica! Semejante frivolidad on el discurrir, que nos vale concepto poco favorable do las grandes nació, íes, aparta las miradas do lo que constituyóla verdadera importaucia social; y de tal iniiferencia suelen también atacarse nuestros gobernantes, mientras que si dominaran eutre nosotros temporamoutós reflexivos y de | estudio por todo lo quo so refiere á los servicios públicos, estos alcanzarían organización más perfecta porque esa : gran masa neuira, uo lo sería y de sus añeioues de prolija ¡uquisicióu, , emanarían por modo natural, espoutá ■ ; neos y suaves refbjos do inspiración en osos mismos principios eu los encargados do dirigir los destinos del Estado. Poro no sucede así. De aquí la pro terición do la sufrida clase á quo cou sagramos estas Kueas, y quo auuquo modesta, tiene su liistoria, y bien gloriosa por cierto, sus héroes y sus mártires. , ■ Hable por nosotros aquella hourosl- i sima campaña do Africa eu los años 5i)yfiO on la quo le cupo una parte, sí , poquoña porque no pudo sor más ! amplia, de detmodo y do bizarría y i valor; lo mismo quo el 6(5 eu ol Callao, i eu Santo Djmiugo, eu las campañas ! de las antillas, como eu los arsoualos do Cavito y la Carraca, siu incluir otros hechos do armas menos remarca blos. Y si al valor supo siempre unir la subordinación oiás extricta y el perfecto cumplimiento de sus obliga ciones, ío mismo eu la paz quo on la guerra, se vendrá eu conocimiento de cuáu ingrato es quo so mouoscabaseu sus derechos cou la snpreción del pase á alféreces de Infantería de Marina, medida imprudente adoptada eu 188(5 con moma de otros beneficios, como la eu cuya virtud perdieron ol derecho á percibir los premiosdo cons taucia qtiedisfrutabau, ventajas á cuya sombra lograrou todos cuautos lo efectuaron cou anterioridad á aquella fecha, sufriendo como secuela de esas pérdidas la natural paralización de las sscalas hasta contar hoy como cuoutau diez y seis y diez y siete años on cada empleo do torceros y seguudos condes tables cou diez y seis y voiuto y cinco posos do sueldo respectívamouto, sin esperanzas do ascensos. Los quo ai tualraonte se hallau eu el s»guudo torció de la de segundos, cneutau to dos más de cuarenta años de edad. Semejante estado do cosas no pue¬ do, no debo continuar por honor del país y de la propia Marina. Esos hombres, dispuestos siempre al sacrificio de sus. vidas ou holocausto de una pa tria que tau reacia se muestra on la remuneración, tan abnegados y lieróicos, tienen derecho á contraer "latrimonios y muchos, siuo el mayor número han creado una Familia y tie non hijos á quien sustentar y deberes sociales quo cumplir como los demás hombres, y sí como españoles saben entregarse á su nación y i su baudera, sin regateos ni vacilaciones, la nación debo no olvidarlos, y no los olvidará seguramente, puesto que abrigamos la certidumbre de que al procederso á la reorganización de nuestra Mariua eu plazo próximo para la recoustitució j de nuestra escuadra, después de perdidos los barcos eu los desastres nacionales quo lloramos, los altos contros ampararán á esos leales artilleros. Creemos no se liará esperar nna medida reparadora para osos bravossoldados tan dignos do mejor suerte, por parto de quien como el señor ministro do Marina tau bion conoce sus uecesidades y aptitudes; y sino ha venido ya, no es culpa del señor Anfión, tan abrumado por sucesos conocidos desde su acoptacióu de ¡a cartera, y siu tiempo que consagrar á este asunto. Lo celebraremos y aplaudiremos sin reservas. M, Oclubre del 1)8. Maniobras en Francia La avtillería de sitio -Eu- o! campamento de Chalons^o están verificando este año en Francia maniob'-as de artillería de sitio. La hipótesid consiste on atacar y batir uu fusrtoque so supone construido on una elevación del terreno denomiuada l'haricot de Vcndenaij. En ellas so han ensayado varios sistemas de cañones y morteros y de baterías do sitio; eu una palabra, casi todos los modelos reglamentarios on Fraucia. Ocho batallónos de artillería de plaza sirven esas piez is y prestan los demás servicios auxiliares. El tiro lo hacen las baterías por elevación, pues uu montículo oculta á la vista el punto atacado; resulta muy eficaz, sobre todo oi do las baterías de morteros de 22) que á 4.000 metros producen efectos desastrosos. El ministro do la Guerra cou el general Niomes y numeroso Estado Mayor llegó ol dia 20 á Mourmelon le Petit, y después de revistar las obras, parques y tropas y de presenciar uno de los períodos do fuego, rügresó á París muy satisfecho del resultado obtenido eu las maniobras. Estas, como los lectores comprendoráu, tienen por objeto familiarizar á los artilleros cou cuauto se refiere al transporte, emplazamieuto y tiro con piezas de grandes calibres reunidas eu gran uúraero y contra un objo tivo previamente - detormluado. Yol dinero que en ellas se gasta couviér tese ou economía y eficacia al llegar o! día de la guerra. VENEGIA ¿Quiéu dará idea del esplendor do Veuecia-vista á la ardiout'i luz de uu cielo de estio? Las verdes aguas del gran canal serpentean eutre dos hile*, ras de palacios, y, al impulso la' brisa, cúbreuso de millares de rizos de plata. La ola va á chocar en los e¿caloues de mármol, éntrelas enormes es tucas pintadas, que, frente de cada man - slou, ostouta ios colores de la familia señorial, cuyas armas so ven esculpí das en ol frontispicio, encima de la puerta, Siicédeuso los pa'acios «ues á otros on rtos llin'aj uo ¡ut-'riunipi- ! düs, quo corta, tau solo da pi^za eu : plaza !a ouiboeadura de iu canal estrecho. La arquitectura de estos pala cios ofrece á los ojos una sucesión de maravillas. Soberbias fachadas góti¬ cas, de nn estilo particular, ostentan sus floridos arcos ojivales soportados ■ por elegautes columuitas. Pero uo es esta ojiva la de los países del Norte; la veneciana afecta una curvatura que recuerda el arco árabe. De otn parte, la arquitectura del Renacimiento redondeó sus arcadas sobre iunumerables columnas. Al estremo del', gran canal, eleva su cúpula soberbia Sauta María della Saluta, eu la que predomina una bella fachada do mármol; desde la columna del pórtico, una larga escalera desciendo hasta al gran canal, cuya agua verdusca juguetea sobre los escalones de mármol blauco. Mas allá, en una isla, yérgue sn alto campanario San Jorge el Mayor. Enfrente se hállala Pfazzeta, enteramente blanca, con sus dos columnas, rematada por San Teodoro do pie sobro el cocodrilo la mía, y ostentando la otra el león alado de San .Marcos. Por uu lado ol palacio do los nuevos poderes estieude sus galerías de arcadas, mientras por el otro se desarrolla esa maravilla conocida por palacio do los Dux, pródiga do una arquitectura original como no hay otra ou el mnndo, capricho enorme y delicado á la voz, eu que sobro una primera columna potoute se levanta otra delgada, elegante, casi endeble, y, sobro esta, un muro gigantesco y lleno, sin más aberturas que algunas voutanas anchas. Este paredón de mármol rojo sobro las fmas ojivas blancas, poue, entre el cielo azul y ol agua verdosa, una faja de color alegro que cautiva los ojos. Aquello es una decoración de magia, uu sueño oriental de incomparable hermosura. Uno' se eucnontra como á mil leguas do nuestras poblaciones occidentales, entro raros palacios, en medio de uua soñada Bagdad, fascinado, ofuscada eutre la mezcla do luces, de mármoles, y de aguas quo todo lo reflejan, donde, por desgracia, eu las calles estrechas, so agitan y pasan, metidos en las góndolas que se deslizan, señores ves;Ídos como mis loctoros y yo, eu voz de guerreros con corazas de oro, altos personajes con mantos de terciopelo y bermosas damas vestidas do brocado, sodas y encajes, únicos que, al parecer, debierau teuer derecho de presentarse entre la riqueza maravillosa de semejante decoración. Pero los siglos transcurridos no»; legaron tau solo maravillas de arte; los recuerdos políticos que nos dejan ; son de cahdad muy discutible. Venecia fué nna ciudad libre, arrogaute y próspera; siu embargo, se vivía allí cou. muy poca tranquilidad hace tres ó cuatro siglos. Aquí está para atestiguarlo la famosa Bocea, la boca do león, especio de buzón de correspondencia para uso de delatores auóuimos. Bastaba echar allí uua acusación cualquiera, dirigida contra quien á uno se le antojase, para (¡no la policía abriese una información, una do esas ¡uformacioucillas de otro tiempo, cu quo geueralmeuto, so condenaba, ya do buenas, á primeras, al acusado. Aun se conservan el siniestro Puente do los Suspiros y los horribles Plomos do Veuecia, estos calabozos sitos arribUj, bajo el tejado, donde, según la estación, snfríau los presos el frío más agudo ó el calor más iuferual. Eu los subterráneos del palacio de los Dux muéstrause «coldas* de aquellos buenos tiempos del mismo gusto de las que pueden admirarse eu Lajíaya, ?u ol museo do los ¡nstrumentós'de tortura. Por espacio de alguuos minutos, allí olvida uno la esclera de los gigantes, las salas de dorado techo, la hermosura y las riquezas de todos estos palacios y todas estas Iglesias, creyendo hallarso eu el fondo de nna caverna ou otro tiempo habitada por animales feroces. El cocodiilo de Sau Teodoro es uu símbolo; ¿Erau odiosos caimanes los que poblaban el agua verdusca de estos canales, las riberas do los islotes, las cueras de estos palacios?... No, era» lio liares seui"j litios á todus ¡os b'imbffs de aquel Lí-rupo. Apenas hace uu siglo qufl N-ipolcóu destruyó el suave régimeu que ellos iustituyerou. Veuecia ha inspirado á Taino iuto^