74 REVISTA DE CIENCIAS PEDAGÓGICAS disiraa, y sus mezquinas disensiones internas; y la Tebas por la gula y la embriaguez dominada; y Esparta, con el desequilibrio de la propiedad aglomerada en pocas familias, habían ya cada una perdido su carácter histórico que tan admirable se nos mostrara poco antes; y aquel bélico genio de los puebles helénicos, iba presurosamente perdiendo el antiguo espíritu patriótico, desde que fué uso hacer ¡a guerra con tropas asalariadas. Por eso, al poner fin en Queronea, Filipo, á la vida política y á la libertad griegas, no hizo más que terminar la obra comenzada por los mismos estados helénicos. En Filipo, aunque por los griegos considerado como bárbaro, habíase encarnado el genio helénico, y con ói, los impulsos que movían la Grecia á mirar al Oriente, y le determinaron á conquistar el imperio persa. Para esto convocó en Corinto una asamblea de toda Grecia siempre inclinada á lanzarse sobre el Asia. Todo estaba ya dispuesto, y el mismo rey macedonio era eí jefe de la expedición, cuando la muerte le arrebató los laureles anhelados, que la suerte había reservado para un joven de genio, digno de la gloria inmortal de ser el campeón de las más sublimes hazañas que recuerda la Historia, y el símbolo eterno de la fusión de los dos espíritus de la humanidad. Este joven maravilloso, predestinado á realizar las hazañas más grandiosas yá alcanzar gloria inmortal, á cuyo nombre van ligados los hechos más trascendentales de la Historia, es Alejandro, hijo de Filipo, discípulo de Aristóteles, conquistador del mundo. En ól se reúne la sagacidad política de su padre, la bravura de su raza indómita; el talento suyo cultivado por el genio filosófico superior de la antigüedad; el amor á la gloria connatural á su ardiente fantasía y á su ambicioso corazón, y exaltado por la poesía sublime y por las acciones semidi vinas de los héroes de la Ilíada. «Los atenienses, escribe un escritor ilustre, representaban los sentimientos elevados de los griegos, y Alejandro idealiza todavía el dulce genio de la ciudad de Minerva». Colocado este joven de casi veinte años, al frente de la Grecia y de la Macedonia, reúne el ejército preparado por su padre, y con solos treinta y cinco mil hombres, se lanza á la conquista del Asia. Al fin va á realizarse aquella perpótua aspiración de la Grecia, con lo cual dará principio el sincretismo de razas y de ideas más grandioso y fecundo de la Historia de la Humanidad, Tan pronto como desembarca en el Asia, va á rendir homenaje al genio griego, de cuyo culto era su alma un altar, ante el sepulcro de Aquiles, donde reviven todos los recuerdos de las más primitivas relaciones del Oriente con el Occidente, y desde aquel sepulcro ante el cual se renovaba la alianza de los helenos contra el Asia, marcha á cumplir su destino el héroe á quien profetizara la Pitonisa que nada se le resistirá. Un gran ejército persa defendía la entrada del Asia Menor, situado en las estratégicas posiciones del Gránico, y allí va directamente Alejandro, ganando la Grecia aquella primer batalla del Gránico, que inaugura la serie de sus maravillosos triunfos, y le da la posesión de una de las regiones más bellas y ricas del mundp. Las colonias griegas del Asia, proclaman al vencedor, que les ofrecía el restablecimiento de sus antiguas constituciones democráticas. La volcánica y afeminada Lidia, y la fiera y belicosa Caria, con la marmórea Milesia, antigua residencia de sus reyes, ofrecieron vasallaje al vencedor, y conservaron sus instituciones. En una serie de paseos triunfales, que duraron el resto del año, sometió y organizó Alejandro el Asia Menor; que fuera el camino por donde el espíritu helénico recibiera las inspiraciones del Oriente, y es ahora el puente de paso del espíritu griego, que va á inundar el Asia con sus concepciones, y á recibir excitaciones nuevas de aquel fecundísimo mundo de ideas grandiosas . El suelo montañoso que habitaban