la mala inversión del caudal diese lugar á la menor desconfianza; pues ¿quién puede dudar de la pureza de la nación en la administración de sus misinos inte-reses? Agravia solamente mentarlo; no puede caber se~ mejante perfidia en los. , individuos de una nación que fio respira mas que dignidad y patriotismo. Malogró la invasión de los enemigos, el fruto de los primeros sacrificios ; y dexó en la miseria y mendicidad el brutal y fiero - saqueo las familias de las provincias ; pero apenas lograron algunas con el total desprendimiento, hasta de los necesarios medios de , subsistencia y aún de -la vida, recobrar su libertad ; parten de lo que pudo preservarse del furor, robo y: quema délos enemigos con los defensores de la Patria ^ él resto, y tornan á„salir equipados y armados sus campeones á redimir las otras provincias. ¿Y quién hizo ésto , sino d patriotis;mo cada vez mas inflamado, y apoyado sobre la confianza de su gobierno? No puede dudarse; pues solo la confianza puede mover al hombre! á, desprenderse con. tanta generosidad de sús apreciables intereses. Más no ■obstante; que esta confianza dura, todavía será mayor, quando el gobierno, así que lo permitan las circunstancias , para corresponder de un. modo franco y satisfactorio con el público , obligue á rendir cuentas exactas á todos de la inversión de los caudales , ántes y después de la invasión de los enemigos, dando también, como ofrece , exácta razón de la inversión y gas-* tos hechos de su órden. El gobierno británico , cuya política acredita reconocer muy á fondo el corazón de los hombres, convencido de que los pueblos nada miran con mas escrupulosidad , que la buena ó mala inversión de los intereses , que con tanto afán y desvelos adquieren , y de que se desprenden en beneficio de la causa pública* .fué el primero que para ganar y aumentar la confian-