GALICIA KN MADRID la influencia siempre del Divino E.spíritu, el bautismo de infusión, que tiempos después había de ser el común en la Iglesia.) La leyenda, piadosa y áurea, no j)od!a menos que enamorarse de este delicado detalle de las veneras resplandecientes .sobre los hábitos santiaguistas. Y así fué; enlazándose en este punto, por un instante, ambas tradiciones iconográficas: la apostólica y mendicante y la caballeresca y aristo- erática. Es D. Mauro Castellá Fe- r'rer, qtiien por primera vez, en el año loüi, en su Hi.\itj< ui 'h I Apó^- iol di ¡í .sú.s Chruslo Hancii'tqo 7a- in il' '/ Pift I úii li Ciipltí'ni ij' ,!< mi dr las Esfjitna.s. L, 11, cap, ÍI, nos habla extensamente de la milagrosa incorporación de las veneras al eul- to jacobeo. Sus referencias se apoyan en un antiguo códice del F/o.s Siíiícforum, "escrito en poíLiafnino "en lengua lusitana, que está en el "Ho;d Monasterio de Alcobaza, y se aeabó de trasladar de antiquí- ^'símos originales -n el año del Se- "ñor de íl-í'.l. por mandato drl "Abad del mismo Monasterio Don "Fernando lie Aguiar", Y transcribe la narración portuguesa, que en resumen es !a siguiente: Venían los discípulos del Apóstol con el cuerpo de éste desde Joppe. donde embarcaran, cuando una mañana, pasando el milagroso bajel frente a la playa portuguesa de Bouzas, celebrábanse en ella las bodas de Cayo Carpo, reyezuelo de Maya, con Claudia Loba, hija de otro reyezuelo de Gaya. iHe de advertir que Castellá no da el nombre de estos personajes, pero lo suple Bluteau, en su magnífico Vocabultti iu L ü i i u o Portugiu :. Coimbra-Lisboa. 1712-1721, en la palabra "vieira", sacándolos d'.- donde no indica,) Mientras la nave boga hacia el Norte, a velas desplegadas, entre un tornasol de espumas y dorada neblina, los caballeros, en la "veiramar", corren lanzas y desbravan potros. Y el más ardido de todos ellos era el novio, Cayo, quien montaba un al- faraz soberbio. No se sabe si por propio impulso del caballero o por mstintíí del fogoso anima!, hubo un momento en que éste enfrentóse con las olas, y tomando velocísima carrera, desapareció entre ellas, arrastrando al jinete consigo. Ln alarido de horror trueca las nupcias en duelo. Creyóse perdido para siempre a Cayo. Mas no fué asi. Porque habiendo caminado ia bestia bajo la mar, sin detrimento alguno, un largo trecho. surgió a la superficie acostada al batel que portaba c} cuerpo de Santiago, llevando a su señor sano, enjuto y maravillado, como cuando, toda engallada y ruante. le conducía a la mansión de Claudia Loba, su prometida. Asomáronse a la borda los discípulos, 'luienes en breve conversación instruyeron a Claudio de cuanto a Cristo y al Apósfd concernía. Despidiéronse. La ;,ave apresuró su andar, más túmidas las velas al soplo del propicio viento. Y arrendando el caballero, y picando la montura cara tierra, fuese trotando sobre las olas, que se le ofrecían más firmes y seguras que las tersas arenas de un playal. Y mientras iba saboreando el asombrado placer que recibirían los suyos al verle tornar sano y salvo, después de llorarlo por muerto, reparó, con renaciente admiración, qiií sus vestidos estaban todos cubiertos de una especie de milagrosa armadura de "vieiras". testi monio irrefragable de sus sobrenaturales aventuras. Cayo, que tomaba bautizado de la nave, bautizó a todas las gentes de aquella tierra, comenzando por ¡a esposa "antes que el a ou- vesse", como puntualiza el cronicón portugués- Y en memoria de tal suceso adoptó las conchas por armas de su casa y por apellido e! de Vikira, que perdura y tanto se ha extendido en Portugal. De la misma casa deben proceder, dicen Castellá. Eluteau y el Licenciado Molina — el que en 1551 dio a luz la fMscrlprión del Reyno de Galizia — , los Pimenteles. Riba- deneyras. Barrosos, Barradas, Pe- reiras, Calzas, Calvos, Calleiros. Camelos, Marices, Rochas, Sara- vías, Sequeiros y Vellos, que todos tienen veneras en sus blasones. De este mismo suceso hacía mención el breviario antiguo d:- Oviedo, en donde el 25 de julio s^- cantaba un himno, una de cuyas estrofas decía así: "Culo t¡\ trai' f cei re iifitot.s. Sfd a ¡i< otdnjdo düctttir. .Vííílí^S Rl. r;j.v sil ¡ti', /'•ilt'i ' Tofu •-, ¡d' ¡11/.'^ conrJuhbu.^." ¿ \'erdadero fundamento histórico de todo ello? Eso es lo que habría que desentrañar profundamente, según digo al principio. Aunque mejor será dejarlo así, en simple y bella floración legendaria, ya que muchas veces es más eficaz y consoladora, y casi siempre más bella, la mentira ensoñada que la "verdad verdadera". AxTON'io Rey Soto Madrid, julio de 1934.