PERIODICO LIBERAL Año XV PRECIOS DE SUSCRIPCIÓN En Pontevedra; un oes, «n» |M«eU£— Faera ^u«|ro M^eís* el trimestre adelantadas.— Ultramar y extranjero, trimestre nueve pese***. Cadi man de 25 números para los vendedores, f 5 e-émíus*»»- adelantados. L' Correspondencia al director del periódica REf ACClON Y ADMON.. CALLE DE IIESTRA ?8 Vierneü 8 de Julo de 1898 ANUNCIOS I En tercera ó cuarta plana » y tO eéolimoe res j pectivamente, según sea, sencilla ó doble. Oomunicadoa y reclamos ®» céclitajos línea sen- | cilla. Esquelas de defunción tamaño corriente í» pe«ela$ | ne media plana Í5*J* Idem. Ním 4-207 P u Un poco de historia Las contingencias de la guerra, hacen hoy objeto de tódás las miradas españolas, la ciudad y la bahía cubana, do^de tan alto pócenla honra nacional los heróicos soldados de España. El origen de Santiago de Cuba se debe al adelantado Diego Velázquez por los años 1514. Al principio o-ozó de una vida tranquila adelantando paulatinamente bajo el mando de los gobernadores que se siguieron. En 1551 quedó esta capital reducida á un escaso número de habitantes, á causa de los insultos de los corsarios extranjeros, que asaltaron cuantos buques llegaban de la Península española. Nada notable nos ofrece la historia de Santiago de Cuba en el interregno que media entre la úllima fecha y la de 1 583, en que cuatro embarcaciones corsarias francesas, desembarcaron en Santiago 400 arcabuceros, á los que los naturales no pudieron oponer resistencia alguna, por lo cual quedó la capital por los franceses, y si bien aquellos la rescataron, fué después de tenerla éstos ocupada treinta días hasta haber cobrado su rescate que ascendió á 80.000 pesos fuertes. En 1807 dividióse la isla en dos gobierno, el de la Habana y el de Santiago, subordinado este al primero, gobernado por un capitán general concerniente al mando de armas y parte militar. En 1662, saltaron en tierra 90 arcabuceros ingleses, los cuales después de una insignificante resistencia se apoderaron de la capital de la que había huido la mayor p?rte dal vecindario con todo cuanto pudieron llevarse de más valor. Como el único afán de los ingleses era la rapiña, al ver sus esperanzs defraudadas, prendieron fuego á la capital, no respetando nada. Al cabo de treinta días do ocupación, la desalojaron, llevándose algunas cajas de azúcar, las campanas de la catedral, la poca artillería del Morro y unos cuantos esclavos negros. Diferentes terremotos, algunos de ellos de bastante consideración infundieron el pavor natural en aquellos sencillos habitantes, que veían venirse á tierra sus viviendas y perder sus cosechas. Esto unido á los malos tratos que sus gobernadores recibían, les obligaron más de una vez á levantarse en armas, retirándose á los montes, y aun cuando por lo general no tardaban en volver á la obediencia, era después de haber prometido que no solo respetarían sus vidas, sino hasta sus derechos. Así entre paces y disturbios fué ensanchándose Santiago, que ya en 1896 poseía algunos fuertes para su defensa, y adquiriendo á la vez importancia En 1782 tomáronse serias disposiciones y es muy posible que á ellos se debiera la salvación de la capital amenazada por los ingleses, vencedora poco antes de la francesa en las aguas de la Guadalupe. La isla no llegó á sufrir sin embargo ningún ataque de importancia en el resto de la guerra, y en la siguiente paz, no afligieron á Santiago más que los procedimientos á que dieron lugar repetidos y graves contrabandos. Desde esta época hasta 1836 en que con motivo de los sucesos que -por aquel entonces ocurrían en España, se notó en Santiago algún movimiento á favor del Código de Cádiz pero bien pronto aquel conato de insurrectos fué ahogado^ teniendo que refugiarse los más comprometidos en aquella causa, en Jamaica. Este último episodio que turbó la tranquilidad pública, que desde 1823 hasta hoy ha venido disfrutando, si se exceptúa el terremoto de 1852 que arruinó no pocos edificios causando buen numero de victimas. Los primeros fueron restaurados, mejorando sus condiciones, y hoy Santiago de Cuba es la segunda capital de toda la isla. PORVENIR OE ESPMA En la revista inglesa Tlie Fancy's Magazine leemos un artículo, firmado por T. W. Reader, que si bien augura un desenlace poco favorable para nosotros en la guerra con los Estados Unidos, rebate en cambio, con razones que no creemos exentas de interés, la opinión de los que piensan que al perder España sus colonias se verá consumida en la mayor decadencia. He aquí algunos de los párraíos de este artículo: «Los amigos de España se preguntan con inquietud si esta noble nación amenazada de perder sus colonias á consecuencia de la guerra que sostiene con los poderosos Estados Unidos de Norte América, podrá resistir á esta dolorosa amputación ó quedará reducida á situación de decadencia comparable á la de su vecino Portugal, que aún conserva, sin embargo, algunos girones del imperio colonial que le dieron los Vasco de Gama, Almeida y Alburquerque. Es evidente que no sin dolor pueden hacerse tales segregaciones, sobre todo en un pueblo muy dado al ideal, poco apto para someterse á las duras enseñanzas de la realidad y abrumado, además, bajo el peso de una tradición de glorias y grande¬ zas, que le obliga á realizar estériles sacrificios y á acometer empresas superiores á sus fuerzas figura más española que han tenido, murió el último revolucionario. Si hay sensatez, pues, de parte de Sin embargo, si atendemos á las los españoles, podrá esta infortunada inducciones que pueden sacarse de ¡ nación reponerse de sus pérdidas y la historia, y nos fijamos en lo que j soportarlas como soportó Francia la eran las colonias para España, no pérdida casi total de sus colonias, se nos presentará como evidente la ¡ que no le ha impedido crearse otras desconsoladora perspectiva de que j nuevas. Verdad es que esto último esta nación, tan gloriosa en otro { será casi imposible para ' España, tiempo, se encuentre amenazada de entrar en un período de agonía á consecuencia de las probables amputaciones que la esperan. El territorio español de la Península sostiene apenas una población de 17 millones de habitántes, pudiendo mantener 40. No hay, pues, _ plérota alguna de po -lación que suministre corrientes emigratorias para las colóiiias, y la emigración española va con preferencia á las repúblicas sudamericanas, lo cual no hace ciertamente el elogio del régimen y situación de las colonias españolas, cuando los españoles prefieren vivir en territorios extraños Puede decirse que en este siglo las colonias españolas, dejos de contribuir á la prosperidad de la me- \ trópoli, sólo han servido para fomentar intereses particulares, para mantener un ejército de funcionarios y hasta para aumentar la corrupción de las costumbres políticas y de la administración. Cuba, en particular, ha sido ruinosa para España por sus tremendas insurrecciones. Aun suponiendo que los españoles hubieran podido vencer á los Estados Unidos, la conservación de esta isla hubiera sido para ellos tan dañosa como una enfermedad crónica para un individuo debilitado, pues no hay duda alguna de que la guerra civil habría vuelto á reproducirse en la isla en plazo más ó menos largo. E! peligro para España, más que en la pérdida material de sus colonias, consiste en la extenuación económica en que quedará después de la guerra y en la eventualidad de discordias interiores que enciendan la guerra civil en la Península ó creen un estado de anarquía é indisciplina militar. Personas conocedoras del estado actual de España entienden que este segundo peligro no es tan amenazador é inminente como se cree. El ejército español no es ya el antiguo ejército de los pronunciamientos, y está imbuido, según se afirma, de los sentimientos de disciplina y obediencia comunes á todos los modernos ejércitos europeos. Del partido carlista se sabe que su fuerza es más aparente que real y que carece de los recursos económicos necesarios para sostener una insurrección, y en cuanto á los republicanos, se considera que con el Sr. Ruiz Zorrilla, la puesto que casi toda la superficie terrestre va estando ya acotada por las grandes raciones; pero todavía tiene algún porvenir en Africa y puede alcanzar notable prosperidad en su propio territorio, que es lo primero que necesita colonizar, poniendo en explotación los elemen • tos naturales en que abunda la Península. » EL GLOBO WOLFER Este nuevo aeróstato dirigible ha i figurado en la reciente Exposición industrial de Berlín, y llamado po| derosamente la atención del público. Dicho globo se elevó hasta la alj tura de unos 20 metros, y fué irnpe1 lído en todas direcciones, Plasta en ia contraria al viento. Se concedió á los espectadores la facultad de marcar el rumbo que había de seguir el aeróstato, á fin de que no cupiese duda respecto á las facultades de la nueva nave aérea El Dr. Wolfert, inventor del nuevo globo, asegura que este último puede ser dirigido contra cualquier I viento y á cualquier altura; pero los experimentos realizados hasta ahora han sido muy limitados, y no permiten creer todavía en la confirmación practica de la teoría del inventor. La fuerza motriz aplicada á este globo, que afecta la forma elíptica más general en esta ciase de tentativas, es una máquina de ocho caballos que mueve una hélice de doble paletas, de unos tres metros de diámetro colocada frente á la barquilla. Debajo de esta última existe otro propulsor de dimensiones iguales que el mencionado, y cuyo objeto es producir los movimientos ascensionales y de descenso. Los dos propulsores verifican 500 revoluciones por minuto. El aeróstato propiamente dicho i mide más de 27 metros de largo, y I su diámetro en el centro excede de nueve metros. La barquilla cuya forma explica el que su autor la llame cgalería», es una especie de puente de barco que mide cuatro metros y medio de longitud; está construido con cañas de bambú, y sujeto al globo de tal modo que resultan solidarios aeróstato y barquilla, sin que gocen uno m otra de movimiento alguno independiente. El procedimiento según el cual *e