fi^Qií -^03 Se publica los jueves y doBiiiigos. riiEcio T>E suscnjcio.v: i'n Poii[r'Vf\írii (ros mcsi-s lí» ra.; seis SO; uo üFio j". Tu Iüíí aculas puntes IS, 56, 7U. l.ii UlLr^imar y esLiaa- gííru, sois 50, un ^fio 100. PONTEVEDRA 12 DE DICIEMBRE. Por círcunslanclns particulares que no liemos poiUiIo evitar, nose distribnyepun los niifiKTOS del jueves y domingo últimos, Ksperamos de nü^'stros tíonslanlcs favorecedores^ nos dispensarán csla falta que- procuraremus lesa^elr del mejor modo posible, <íílu5ío$ sobvt Galicia. — 2lger, l)ogg maüaiia. GiUCIA nEUGl03A. ='>''. j. ArÜcalo EL Es, pues, la historia de las peregrinaciones deCom- posteia el prólogo del sangriento drama de la reconquista española, como fueron las peregrinaciones á Oriente el primer canto de la opopi^ya de las cruzadas. Este acontecimiento europeo que trasmitieron i la posteridad las armonías de la lira de oro del cisne de Son'ento, y que repiten aun mezcladas con sus cs[mniosos murmullos las ola* del Adriático, ha heeho inmortal el nombra del Tasso; las pereginacio- nés á Compostella, de aquellos antiguos paladines que volvían á su patria, refirierido los mííagrnsos Loí; anunc^ns y -'omunicaJos se insertan ú ra^.un Ji' liOS ci'An ros puf liihca para tus í^ij*í' crii'ifi'S y Tui;- ¡.n^ los que ao lo üL'an, Hedacüiort, catlv. íifit mlm^ 6. ÁBoIL-Núra. 114. favores del Apóstol al son de nuestras canciones caballerescas, hospedándose en las bailias de los templarios é implorando la caridad pública, penetrando en los parques de los castillos señoriales, donde los dueños tenian preparado siempre un asiento para los peregrinos, dispuestos a escucliar sus aveuturas, y á cuyos halagos encendida la devoción de hi oculta dama, sorprendidos ei juglar, los pages, escuderos y siervos ardían en -leseos de realizar esta peregrinación, sosteniéndose deesle modo esta religiosa y mis- lica propaganda, acliváiuloseeíuo iuterrumpitío olea- ge humano que de todas parles volaba á pagar su tributo á este ócceano de esperanzas celestiales; las peregrinaciones á Coinpostelapá esta mágica fuente de consuelo, cuyas aguas era cspresion usual de aquellos tiempos que en vida ó muoite tenian qne beberse, cuyo benélíco influjo llegaba á tanto que en Esclavouia habia una ley eu qm^ se libraba de pechos, y tributos al (pif' \niv lies veces visitaba la ca - tedral de Santiago, este gran acontecimií^nto, pues, que encierran escrito las maravillosas páginas de la historia tK' Galicia, no encontró, ¡oh dolor! ningún hijo del canto que lo perpetuase en sus armonuis, no pudo escilar ¡oh vergüenza! A ningún compatriota de Maclas y de Rodríguez del Padrón; y hoy tan solo ¡ira de Dios! unas cuantas páginas nos lo recuerdan en nuestro romancero, en la Iliada española. S¡, debiéramos haberlo perpetuado p^iraque España no lo olvidase nunca: para que recordase siempre de que es deudora al Apóstol enterrado en Galicia de la primera semilla del cristianismo, que m¡is íarde A nuestro Recciario, torcer rey Suevo, debieron los españoles ser uno de los primeros pueblos cristianos de Europa, mucho antes do que Recaredo introdujese el ver-- dadero culto, que la intercesión por fin del Apóstol fué la salvadora l*ruvidcncia que, velando por nuestra nación impidió de que vohiésemos ¿ perder otra vez nuíislras creencias y nuestra nacionalidad, que Pí^layo compartió con los gallegos las fatig.is del combate, que desde D, Alonso el Casto hasta el Cid Campeador lodos vinieron á pedir bajo las bóvedas de ese templo la inspiración de las victorias, que desde Don Ramiro hasta Isabel la Calólica y D. Juan de Austria se afanarun todos en depositar alü sus tributos, resonando también en .^iis naves los himnos de triunfo entonados en Clavijo, Granada y Lepanto. La España de los liltimos siglos no tuvo, como veremos, para Galicia mas que un acento de ingratitud, en una mano la opresión, y en otra el velo da olvido. La España de principies de! siglo XIX coa sus legisladores de Cádiz, figuráis venerables cierta- ., mente, pero en asuntos religiosos participando algunos " de la fiLfiofia de la enciclopedia, considerando como apócrifa la invenciou ó hallazgo del Apóstol yne-. gando su aparición en Clavijo contribuyeron i borrar estos honrosos recuerJos para Galicia, aboliendo el : voto de Santiago. El arte, ejupero, aliento de lo infinito, gigantesca como sus creaciones se encargó coa .^u mara\inüso cincel de ser mas agradecida que los hombres. Palladiumde nuestras libertades ó independencias, geroglífico inmenso de nuestros siglos' medios se alzará siempre con la vida de las edades