-^ño xr. Habana S de Enero de 1898. J\lini. 31 Reáacción y Aflininistracióii; AMARGURA 32 SEMANARIO GALLEGO Eáiíores PDietarios: J, RAMIL y A. CEA, NUEVA ETAPA El año 1897 ha muerto. FOLLAS NOVAS, con el año que empieza, entra en el segundo de su publicación. Habituados al constante espectáculo de publicaciones que nacen al calor de grandes ideales, para morir á los pocos días de nacer, creemos lícito seflalar este no común triunfo en el cual no cabe parte alguna ni á nuestro esfuerzo ni mucho menos á nuestra competencia, correspondiéndole todo entero á la grandeza del objeto y á la constante, benévola y decidida protección que este periódico ha merecido ála colonia gallega de Cuba, desde el punto y hora en que lanzó á Ja publicidad su número programa. Teniendo enfrente como tenemos naturales enemigos y obstáculos formidables que vencer, con la ruina que la actual contienda ha llevado á todas las manifestaciones de la riqueza, las necesidades siempre apremiantes y hoy más que IUI ticii, (iei (liM c'i cr, n'» ítiüí'H (fef cni peño, lo reducido de nuestras fuerzas, solo á la bondad del pueblo gallego, siempre entusiasta para cuanto tienda a su engradecimiento, aunque sea en la mínima medida que afecta esta revista, siempre cariñoso para cuanto venga á recordarle el país de su amores y á reverdecer con sus glorias ese recuerdo, débese el éxito creciente y lisonjero de FOLLAS NOVAS que florece en este nuevo año al arrimo de sus protectores y al calor del aplauso que sin merecerlo en la suma que á diario se le tributa, recibe lo mismo ele diferentes puntos de esta isla que de los risueños campos del país natal, donde ha sido acogida su aparición con sobrada benevolencia, sobre todo por parte de la prensa. Para corresponder á tanto afecto y á tanta bondad, si no puede FOLLAS NOVAS, pese á sus ardientes deseos, prometer grandes cosas en esta nueva etapa de su existencia, al menos asegura reconocida continuar haciéndose digna del aprecio de los suyos, manteniendo el nombre de Gralicia, su dignidad, sus consecuencias y sus aspiraciones por encima de toda deferencia personal que jamás ha servidojde iiaspiración á nuestros trabajos y manteniendo, á tocia costa, á través de todo obstáculo, la fraternidad, la concordia, la unión, esas hermosas virtudes que hacen simpáticas todas las empresas. Lo que prometimos en nuestro primer número y que supimos cumplir religiosamente y con creces en los siete meses que lleva de curso la publicación, reafirmamos hoy que será cumplida y si cabe mejorada en lo adelante, único mérito, el de la consecuencia en los buenos propósitos, que podremos anotar al haber de la cuenta de gratitud profunda que tenemos abierla con el público. FECHAS GALLEGAS Enero 2 de 1820. Secunda Galicia en esta fecha el movi miento revolucionario iniciado el día anterior por don Rafael de Riego, comandante del Regimiento de Asturias en Cabezas de San Juan. El coronel gallego don Antonio Quiroga, que guardabt prisión por lo avanznlo de sus ideas en Alcalá de los Gazules, se evade de ella, y poniéndose al frente del batallón España proclama la Constitución de 1812, incorporándosele en Meíinasidonia el batallón de la Corona. El movimiento revolucionario que tan caro costó á España, puesto que de él arranca la pérdida de la mayor parte de nuestras ricas posesiones de América fué secundado por la Coruña el 21 dé Febrero, por el Ferrol el 23, siguiéndole Vigo 7 otras poblaciones importantes hasta el 7 de Marzo, en que el rey don Fernando VII publicó un decreto obligándose á jurar la Constitución de 1812. MELANCOLIA FOLLAS NOVAS, al penetrar en el año 1898, que siempre abre nuevos horizontes á la esperanza, desea á sus queridos conterráneos, á sus amigos, y á sus favorecedores larga vida y el cumplimiento de todos sus deseos, afirmación que hace extensiva á las sociedades regionales que personifican en Cuba el nombre de Galicia. Cual de matizadas llores esparce el aura sutil, no dejando de la rosa que pomposa ya se columpia gentil, más que una triste corola mustia y sola de los vientos á merced: también al huir los años desengaños muestran, en su desnudez! ¡Ay! que es efímera estrella que ni huella tras de sus pasos dejó, la inocencia dulce y pura, la ventura que el niño en sueños forjó: Huyes pavorosa nube cual querube te vas al mundo del Edén, y la mente soñadora llora... llora, en tí, su perdido bien: Manchas en tus ilusiones y crespones sólo dejas, juventud, que flotando en tomo v ano del anciano muéstranle abierto ataúd!!.. II ¡Cuán triste fuera el vivir del hombre, en aqueste suelo, si tras mísero sufrir no le consuela el oir que hay uu Dios y existe un cielo! Ciego, ciego quien no vé esa mano omnipotente á quien aclama la fé y ante quien ¡será, ya fué!... no pasan de lo presente. Desdichado quien no alcanza más allá del'firmamento y no mira en lontananza al sostén de la esperanza y alivio del sufrimiento: A 'tese Ser» que á la inocencia protejo en aqueste muudo, no respeta la opulencia, y á quien vende la conciencia lanza anatema iracundo!... ELISARDO S.-VYANS ÜCA>fPO. CRONICAS MINDONIENSES El Chiquito de Estelo Preparemos la linterna mágica. La loca de la casa, como llamaba Santa Teresa á la imaginación, va á sacar y poner cristales que tienen pintadas escenas de mi juventud; y uno de los que me pone añora, e o Chiquito d' Estelo. Alguno de mis lectores, sin duda sabrán que Mondoñedo está asentado no fondo dc unha cazóla. Bajando por la carretera de Villalba, se ve la ciudad dos leguas antes de llegar á ella, desde Folgúéira rasa, uno de los enormes zis-zas con que sortea 1 i carretera la enorme altura de la sierra para bajar al valle. Sabrán, también, que los empinados montes que rodean ála episcopal y vieja ciudad, son I'adronelo, Pena cVa Roca, Lindin, Tronceda y Camba; sabrán que en las vertientes sur de estas montañas, se asieota lo que nosotros llamamos, á térra Chá, que son unas llanuras parecidas á las estepas de Rusia y que no tienen menos de 12 á, 14 leguas de longitud, por 8 á 10 de latitud; y sabrán que por el vértice de este anfiteatro, se desliza la carretera que conduce á Ribadeo, cuyas caestas para salir del valle de Mondoñedo y entrar en el de Lorenzana, son asimismo, regulares, sino tan pendientes cual las de la montaña. Estas sierras; las hondas cañadas que for mañ; los espesos tozales que las cubren y los intrincados bosques de aquella Suiza española sirven de madriguera á i mnumerables jabalíes, venados y lobos, y á multitud de liebres y bandos de perdices, con lo cual dicho se está que en Mondoñedo hay muchos cazadores de afición, y bastardes de oficio, que se dedican incesantemente á la caza mayor y menor que su territorio les ofrece. Era el autor de estas línsas muy joven', y yí»j á regañadientes de su madre, empuñaba lafBscopeta y acompañaba en las cacerías ora a Vtípc do lilas, Pepe del -Jiiez, Comba reí ero, Cástillo, Posada que perseguiau con prefereucia á las fieras, ora al Cura Miranda 3' demás que se contentaban con matar liebres y perdices. La primera vez que conocí al Chiquito c¿' Estelo, no se borrará de mi imaginación. Reunida la partida cinegética, habíamos emprendido la marcha á la una de la noche y empezado á subir la empinada cuesta del convento de los Picos, edificado en la áspera vertiente de Tronceda. Apurando sendos tragos de aguardiente que llevábamos en nuestras carmañolas, al amanecer habíamos llegado á la cumbre. El invierno estaba en su apogeo. La ma ñaua se presentaba clara; el cielo diáfano y sin nubes. Salió el sol é iluminó los neva dos picos de la cordillera. Todo era silencio y recogimiento en la naturaleza como si muda de estupor contemplara las obras de su autor. Descansamos un mo ,.ento; hubo emien bebió solamente; quien acompañó el trago con una tajada de pan y queso; yo creo que añadí una tortilla como á roda d'un carro, y emprendimos la marcha por caminos menos accidentado, metiéndonos de firme en el paisaje más agreste que yo había comtemplado. Ni un árbol ni una mata se distinguían. Peñas sobre peñas denotando los cataclismos geológicos porque pasó el globo antes de la vida humana. Allí un río que se despeñaba para formar más abajo ó torrente da Fervencia; allá una de aquellas piedras oscilantes, altar donde los celtas, cuya cuenca principal está, según Murguía, en el territorio comprendido entre Villalba y Mondoñedo, sacrificaban víctimas, cuya sangre rociaban con el muérdago sagrado. Ni casas, ni sembrados. Ga lopando únicamente por las áridas cañadas rebaños de caballos casi salvajes pequeños y lanudos; indómitos y taimados cuando los doman; que mas parecen osos que caballos. Y el paisaje era siempre el mismo y hacía dos horas mortales que caminábamos por aquellos breñales. — -¿A. dónde vamos? — -pregunté tímidamente á uno de los compañeros. — A buscar el norte y guía — me contestó y por él rae enteré que el Chiquito era el in dispensable en todas las cacerías; que él sabía colocar mejor que nadie, las armadas ó pues tos de espera y acecho, que sabía donde estaba la caza, donde comía y donde dormía; que llevaba hasta anotadas las crías que tenían los jabalíes, los venados y los lobos; cjue con sus tres perros solamente, hacía el ojeo, por entre aquellos matorrales, mejor que una docena de hombres; y que por último todos los cazadores de Mondoñedo, cuando iban de montería, se reunían en su su choza, y de allí partían á donde el los llevaba. De repente el camino se hizo más estrecho y tortuoso. El río que se despeñaba desde lo alto formaba un ruido. temeroso y atronador. Avanzábamos difícilmente de uno en uno; las águilas' y los buitres que se levanta han perezosamente á nuestro paso, lanzaban graznidos amenazadores. Mi ánimo estaba sobrecogido... cuando al volver en redondo uno de los peñascos que conducían al precipicio, distingo una diminuta choza, negra y vieja; sin chimenea ni ventana, y que portas rendijas de las pizarras que formaban el techo salía humo á borbjtones. ¡Aquello parecía la cabaña de un esquilma!. Acercámonos á la puerta. — Buenos días Ciuquito —gritamos, y un — qu' á Vírxe dn Carmio sea con vosiedes, fué la ronca contes tacióu. Y allí sentado cerca del, fuego, estaba un hombre que parecía un salvaje. Las guedellas le bajaban hasta ios ojos. La chaqueta y el calzón corto que cubría sus muslos eran de sayal con cada pido como los de los caballos montunos; sus lietcúleas)panlorrillás estaban tapadas por mus inedias de lana tan basta como el sayal de la chaquet'i; sus anchos pies metidos en unas zocas y su cabeza coronada por una grasicnta montera.. Asaba un pedazo de jabalí ahumado, y á sus pies estaban echados- jf'íuro, León' y Caifas, tres enormes perros de presa. Solo ima ó dos' veces en su vida había bajado á Mondoñedo. Viudo hacía troyaitá) anos, retTrarSsrt/a aquellas' soledades llevado por-su afición á la caza. Comía lo que ésta le proporcionaba, sin otro aditamento. Tenía por armas una vieja escopeta de chispa, y las balas las hacía derritiendo el plomo y moldeándolas en él cañón de la escopeta de modo que eran cilindricas y á pesar de esto, pieza apuntada por el, era muerta. ¡Quién sabe si en aquella soledad, lejos de la engañadora sociedad vejetaba un filósofo! El arroyo de la Fervencia, corre al río Masraa, y el río se pierde en la cercana costa dentro de la ibraensidad del mar. Aquella vida se perdiójya, en el abismo insondable de la eternidad, chmo se perderá la del cronista... «¡Dichoso e| que muere ála sjmbra del árbol en que ha nacido!» — XAS DE MASMÁ. Hiibami, Dicicmbfc de 185»/. PANTEON REGIONAL D. Isidoro Araujo de üra. El nombre de este distinguidísimo hijo de Galicia, va unido á la fundación del Diario de la Marina de esta capital, del cual hasta hoy se conserva en aquella casa el recuerdo de tan ilustrado periodista como dignísimo ciudadano. Nació don Isidoro Araujo de Lira en Ronzas (Vigo) el día 2 de Enero de 1816, estudiando en el famoso monasterio de Samos, donde recibió una instrucción vasta y sólida, como la que se recibía en aquella época en los conventos. En 1 833, con ayunos meses de residencia en la Habana, fundó el Diario de la Marina, que alcanzó pronto gran crédito en la Isla y aún en América y en el cual dejó el ilustre gallego la huella de sus muchos conocimientos y una tradición de seriedad y honradez palpables. Cerca de treinta años dedicó el Sr. Ara,ujo de Lira á la ímproba y fatigosa labor del periodismo diario, muriendo trágicamente, cerca de Marianao en 1861. El pueblo de la Habana le consagró en su eotierro una imponente manifestación de simpatía y respeto, abriendo una suscripción en favor de su viuda é hija, con un resultado considerable. El Sr. Aranjo, como Zapata y otros hombres de su tiempo, supieron colocar á gran altura el nombre de Galicia en América. UN SECRETARIO GOLOMAL El exceleuuajmo señor Gobernador general de esta isla, en uso de las facultades que le han sido conferidas, acaba de confiar en el nuevo gabinete colonial la cartera de Agricultura, Industria y Comercio á nuestro dis-