RAZA CELTA PAGINA ONCE Luicha de clases por Francisco de Gossio Después de un choque violento entre dos aspiraciones en pugna, y sometida una de ellas al imperio del. L'oder. ¿qué significa la normalidad? Cuantos cooperaron al movimiento revolucionario,, ¿en qué medida lo hacían? ¿Cuántos ponían fe en la acción y cuántos, fueron arrastrados a ella por la debilidad? Quizá no ha existido- para la buena marcha del mundo nada tan pernicioso como la llamada lucha de clases. Porque en el fondo esta lucha no ha significado la oposición de los que no tienen, de los que viven de su esfuerzo, contra los que tienen, los que viven amablemente del esfuerzo ajeno. Si la lucha de clases fuese esto no más, las consecuencias de ella se hubiesen resuelto hace mucho tiempo, porque es cosa probada que los que viven del trabajo ajeno, sin otro esfuerzo que el de haber heredado una fortuna, constituyen ante el otro frente,, el de los que trabajan, una minoría ridiculaEsta lucha de clases^ basada ' en un resentimiento que no atañe a ia masa sino a sus dirigentes, afecta más a lo moral qüc a lo económico, y así vemos que en estos movimientos proletarios las víctimas más numerosas corresponden a la clase, media, a la pobre clase media que ha de trabajar diariamente para vivir malamente, y que se le ha hecho odiar a las masas no más que porque viste con decoro y se íava todos los días. El socialismo como institución política ha fomentado, porque así convenía a sus fines, esta diferenciación exterior, de poner frente a frente a los desarrapados y s los decentemente vestidos. V he aquí la explicación simplista de la lucha de clases: un hombre con corbata, un' burgués; un hombre con barba ele ocho días, un proletario- Cuéntense las víctimas de los últimos choques y veremos cómo, en su mayor parte, han sido' padres de familia que sostenían con su trabajo a su prole, es decir, auténticos proletarios. Y' en. el otro campo, en el de la revolución, entre la masa, dirigiéndola, animándola, enardeciéndola, cuanto señorito cursi, cuanto seño- rito -improvisado cuanto explotador de la mcullnra y la barbarie, redimidos del trahajo-^^-^a- rónTorl^actñddad ciLie jie llama ta propa— g'antta. lí c -civj-cri- -ic—ti,*, . ~„A^rÁ~, .xrrouCTnrtari«.ri]j.tiKÍ s:x'c .a'hrr " .1 i .dn' costa a los explotadores, decían ellos, y en ésta clasificación de explotadores entraban todos los hombres decentemente vestidos, todos menos ellos, los apóstoles, nuevos ricos de la política y acaparadores de empleos públicos- Nada tan absurdo como que unos hombres ;is'. aspirantes perpetuos a la dorada holganr/a. se apoyen en |l.desacreditado principio de la lucha de clases para mover á las multitudes. ¿Sería éste el último desengaño? ¿Hasta cuando va a durar la credulidad del pueblo? Creo que ha llegado el momento de mover a la reflexión a las masas populares- Pero ha llegado también el de desarticular estas organizaciones que con el pretexto de defender intereses sindicales constituían armas políticas que manejaban a capricho unos cuantos audaces. Todos los directivos tuvieron en su juventud un oficio, que lo abandonaron para explotar cómodamente esta otra profesión de organizadores y propagandistasPara desarticular estas orgánizaciones que de manera tan absurda v criminal han atentado contra su unidad, su seguridad y su economía, bastaría con alejar del país de un modo serio y definitivo a estos embaucadores- Es una medida de salud pública- Si se les vuelve a dejar sueltos, como otras veces, no tardarán en montar de nuevo su negocio, porque' está visto que las masas populares no escarmientan, y que llevan muy metida en la cabeza esta idea de que todo el que usa corbata es un burgués odioso, un explotador del proletariado, un hombre al que hay que suprimir. La situación Española Aunque- más como medida de^disyuntiva con la anulación de amprecaución que como recurso im— bos términos — es seguro ahora q' puesto por la necesidad, persista ! no habrá una disolución cercana ni en España el "'estado de guerra" ! es probable tampoco que. se intente i proclamado en los primeros días de j las revueltas de Octubre, -la situación general tiende a normalizarse i rápidamente. Declinada la prime| ra impresión producida, por los aj contecimientos se ha entrado sin excesivas dilaciones en el periodo de liquidación del movimiento revo lücionario. Mientras la justicia militar por un lado y el Tribunal de Garantías por otro, llevan adelante el procesamiento de los complicados en los sucesos: recientes, el Gobierno y las Cortes han puesto de nuevo en actividad el mecanismo político- Es cierto que aun faltan del Parlamento muchos representantes de los sectores de izquierda pero no obstante esa ausencia el /Congreso funciona' normalmente un nuevo, alzamiento popular — las Cortes pueden acometer, con la pre sencia -de las izquierdas o sin ellas, su obra revisionista. Se inicia así una etapa distinta en la vida de la segunda República Española, que en poco más de dos años y medio ha pasado desde la extrema izquierda hasta el matiz más derechista compatible con «1 régimen. Las fases de ese deslizamiento corresponden a las sucesivas eledciones efectuadas bajo la República: en junio del año 31, dos meses después del alejamiento del Rey, las elecciones para las Cortes Constituyentes dan una mayoría socialista-republicana. El ala extre ma de esta mayoría no empieza a pesar, sin embargo hasta la consti— y está echando las bases de un nue tución del segundo gabinete del vo tipo de legislación republicana- j Sr. Azaña en diciembre del mismo A la política socializante de las Cor j año- Puesto a optar entre el centro tes Constituyentes sucede ahora republicano y la izquierda socialis— una tendencia de reformas inspira Uta., el Sr Azaña prefirió a esta última v fué acentuando cada vez más das en sus grandes lineamientos i en las ideas de la democracia cris— I tiana. Tal es, por lo menos, la direc ¡ción general que el Sr. Gil Robles, I Pero estén en favor o en ' de esa nueva concepción- el hecho | -es que los grupos que constituyen I la mayoría absoluta de la Cámara ¡ miran ahora hacia lo por venir des deñando cada día más lo pasado. Esta es una nueva actitud- Por espacio de casi un año desde que se constituyó, el Congreso ha esr-. tado haciendo en una forma u otra la crítica de las elecciones de novij embre y de los hechos que las prei cedieron- Todo el empeño de socia listas y republicanos de izquierda j consistía en desacreditar aquel pro J nunciamiento comicial en denunci— ! ar la inmoralidad y el peligro de las | coaliciones electorales entre radica les y miembros de las llamadas "de rechas autónomas" que no habían declarado abiertamente republicanos, y en plantear el dilema de la disolución de las Cortes o de una su preferencia hasta el punto de que un año después estaba divor— - Ü'- 1 de todos los QTupos _repuhl ; j - v 1 n z a r 1 osTncliíW' e - ov'.ii ^en la primera oportunidad que 5e le presentó (elecciones municipales de abril de 1933), pero fué desoído. Volvió a expresar su disgusto en septiembre dando una ma yoría derechista al Tribunal de Ga rantías Constitucionales, y ese secundo pronunciamiento determinó la caída del Sr. Azaña- Dos meses después, disueltas las Cortes Cons tituyentes se' acentuaba en la, elección del" actual Congreso la reacci vón conservadoraLa resistencia por parte de los vencidos a reconocer el cambio o'perado ha suspendido por espacio de un año ""la normalidad de la vida Apolítica española. La sangrienta crisis de octubre ha puesto término a esa situación indecisa y ahora comienza la verdadera experiencia derechista- en el gobierno de la Re¬ segunda revolución. Resuelta esta pública . De "La Nación" de Buenos Aires i quiere Ud. ¡mu española, después del teatro, concurra rto dia y noche BORIO a toda snN J©SE 838 entre Florida y andes comer un buen puchero a II