El poeta Curros Enhquez El alma del poeta Para ser progresista sincero, renovador de buena fe no necesitó Curros Enríquez maldecir de los clásicos, ni despreciar con muecas de superhombre, como hierro oxidado ó como fósiles sin valor, las obras de los Homero y Virgilio de los Píndaro y Horacio, de los Herrera y Rioja. . Contento con el Helicón, el Pindó y el Parnaso no pidió vaguedades brumosas á los simbolistas franceses, ni desesperaciones de nervios agotados á Verlaine y á Baudelaire, ni contorsiones de métrica á los apóstoles del ver so nuevo. Curros Enríquez no necesitaba buscar novedades y extravagancias literarias fuera de sí mismo. Curros Enríquez tenía sobrados gérmenes de originalidad en sus mismas médulas de artista, en su cerebro recio y vigoroso, en su alma hecha para los grandes y silenciosos dolores, en su genio creado para las hondas y amargas ironías, en su pluma fabricada de oro clásico, acendrado . Aun los poemas, en que, como en "A Virxe d'o cristal", descarga Curros la tremenda maza de su amarga ironía sobre los explotadores de apariciones y milagros están gallarda é hidalgamente envueltos en la inmaculada y augusta clámide del clasicismo. Sus leyendas son como reliquias griegas, roma ñas ó castellanas, de sus tiempos de oro, á las que, un genio del Siglo XIX, acibarado y decepcionado hasta el descreimiento é inquieto por ]a sed de no encontrada renovación, hubiera sacudido el polvo de los años. Sus estrofas, ora sangrientas, ora intensamente melancólicas, siempre geniales y sinceras, suenan á notas de arpa eolia, de órgano escorialesco que vibrase en un templo sin altares . Alguien le ba comparado á Zorrilla. No estoy de acuerdo. Fué forjada la fantasía de Zorrilla con pedrería de brillantes, con matices arrancados al iris, al sol de Oriente, á las auroras boreales, á las ruinas bañadas por la luna. La imaginación de Curros fué incrustada en yetas#de pórfido y de mármol, sombreada de noches sin aurora, de noches que no acaban, como dice en su profundo soneto á la muerte de Andrés Muríais. Curros Enríquez es escéptieo sin parecerse ni á Espronceda ni á Byron, es irónico y humorista sin semejarse á Heine, es delicado y quejumbroso á ratos sin que nos recuerde á Becquer y es netamente clásico sin que admita comparación ni con Herrera, ni con Fray Luis de León, ni con Rioja. Curros Enríquez es él , un gran poeta y un gran hombre. León Ichasc. Habana Marzo 1912. ''Dáme un pensamiento grande que me refresque" decía Herder á su hijo, cuando el agobio de la enfermedad acibaraba su alma. Un gran pensamiento pidió también Curros, un pensamiento que lo relVescase y exultase las potencias todas de su alma. Y aquel poderoso pensamiento oculto tras la noble y desembarazada frente del egregio poeta, fué el que levantó la portentosa fábrica de sus ensueños y divinas poesías. En tanto que la vida monotonizada y á ras del suelo se desenvolvía en torno suyo, é) acogióse al pensamiento como un libertador. Xo al pensamiento envarado y rígido como una fórmula algebráica, sino al ancho pensamiento del mundo, de la vida: al pensamiento que confundiera á Espinosa, y martirizará el corazón de Juan Pablo, y enloque ciera á Pascual . Pensamiento desconcertante que se alza de entre el denso polvo de las furiosas luchas pasionales, como un monolito gigante en las brumosas estepas siberianas. Ay! creéis que el poeta no piensa cuando hace asomar vuestras adormecidas almas al tajado abismo de la Quimera? Que no piensa, cuando los árboles, las rocas, los hondos valles y las nevadas cumbres, os revelan, por su mediación, el enigma pavoroso de sus ancestrales virtudes?, cuando hace cabrillear el voltario vaivén de los humanos sucesos en los hondones de vuestra fantasía, como plateados peces en el tenebroso misterio de un lago encantado1? El indio que se abraza á un árbol con no fingida ternura, y le canta los salmos de la mañana, ?, no piensa? Pues fué tal indio Rousseau. Y él qué, en la alti-planicie del Pamir contempla horas y horas, y días y más días, el vuelo majestuoso de las aves, ó el sinuoso curso de un río, ¿tampoco piensa? Pues, mutatis imítanos, por el estilo del pameriano ese, fueron Zimmermam y Petrarca, Lubock y Gessner. Fl poéta piensa, pero no macizamente, sino en rítmica y alada forma. Cabe, si no, pensamiento más transcendente, más profunda filosofía que la de Curros en el tan celebrado Nouturno ? El altísimo Plutarco, que él leyera, á hurtadillas, en el prisco solar de sus padres, habíale dado, junto con el rico zumo de gloria que iba instilando en su alma temprana, la macicez del pensar. Ya de entonces las alegres hijas de la Poesía tuvieron asilo de luz y paz donde refugiarse, y ellas cultivaron y enlozanecieron las acerbas rebeldías del poeta. Poeta sublime, á quien Galicia recordará eteiíaaní3nte . Abdón Rodríguez Santo8.