2 — - LA HOJA HIDROLÓGICA en efecto, es el primer paso que tiene que dar la Crenología para convertirse en crenoterapia, y lo recordamos, además, porque en España tiene que realizarse una revisión de estos análisis, primer factor, como decimos, de este otro que se debe llamar análisis clínico de un agua mineral . Este segundo período evolutivo,, que consiste en recoger las observaciones de los enfermos, formando una especie de «tablas votivas», en las que se va lentamente haciendo la especialización de cada balneario, ha sido durante siglos la única inspiración de nuestros consejos, y también de las consejas de aficionados e intrusos en el arte de curar. Pero, a su vez, también ha de ser reemplazado este momento dei proceso histórico por otra etapa, que llamaremos de la Hidrología experimental , que tenemos por la verdaderamente científica. Aquí se sustituye lo meramente subjetivo, el llamado síntoma de sensación, por el signo objetivo de comprobación instrumental. No nos basta a los médicos el que el enfermo diga que está mejor o peor de su dolencia. Queremos saber por qué se realiza esta mejoría o agravación, único medio de que podamos servirnos de tal observación personal para utilidad de los demás enfermos. Lo cual no es negar que muchas veces sea la afirmación del paciente heral-. do de un cambio orgánico en pro o en contra de su bienestar, síntoma, en fin, que puede adelantarse al signo material o cambio físico-químico de los humores o de los tejidos. Citemos algunos ejemplos de estos progresos en el conocimiento científico de la virtud del remedio: aguas minerales. De antiguo se conocen los buenos efectos de las aguas alcalinas en el tratamiento de la litiasis biliar. Mas ¿por qué no mejoran todos estos enfermos con las aguas alcalinas? Un paso hacia la respuesta hemos dado últimamente. Las investigaciones de M. Chauffard y sus discípulos demostraron la importancia de la colesterina en la formación de lo* cálculos hepáticos, y después lograron dosificar en la sangre la proporción de este elemento, tanto en los sanos como en los enfermos. Se averiguó, en fin, que la colesterinemia era un importante factor en la formación del colelito. Sea o no producto del trabajo del tejido nervioso, o bien de otros tejidos en proporción mayor o menor, la coles¬ terinemia predispone, por lo menos, a la litiasis biliar. Nosotros tuvimos la idea de comprobar los efectos de las aguas alcalinas sobre la tasa normal de la colesterina en la sangre, y esto es lo que ha realizado el doctor Orero recientemente, administrando a diversos sujetos las aguas de Mondariz, Sobrón, Cestona, y dosificando antes y después la colesterina en la sangre. Los resultados han sido el poder afirmar que estas aguas disminuyen la colesterinemia. Los matices no quitan importancia al hecho fundamental. La indicación particular de esta o la otra fuente podrá depender de otros síntomas aleatorios. Ahora bien: como no todos los cálculos hepáticos son colesterinémicos, y como en la litiasis hepática es tan importante el estado de la vesícula como el tamaño y la composición del colelito, se explica que las indicaciones medicamentosas no sean las mismas para toda esta legión de enfermos. Otro ejemplo de cómo opera el remedio hidrológico lo da el estudio objetivo de las acideces gástricas ante la administración del agua bicarbonatada, sódica o cálcica, pues en esto ambas son muy semejantes. Si nosotros hacemos el análisis químico del recogido gástrico y comprobamos que hay hiperclorhidria, nos llamará la atención observar que la medicación hidrológica puede mejorar la situación general del enfermo; pero que no varía, o se modifica poco, la clorhidria. El análisis de la cloruria, y, sobre todo, de la motricidad del estómago, en cambio, variará en sentido de activación el último, lo cual nos permite también explicarnos ciertos efectos, sin este informe inexplicables. En este sentido, y para no citar más casos, recordaremos que Robiger ha demostrado que la dacha general a 14° es capaz de producir por sí sola un aumento en el número de los glóbulos rojos de la sangre, mientras que una ducha a 6o hace perder vitalidad al eritrocito, y, a veces, produce trastornos irreversibles en la composición de la sangre. Estos procedimientos de análisis, que alejan los errores en que incurre una observación médica meramente sensorial, tienden a imperar en nuestro arte. Pero no ocultemos que tienen inconvenientes también. El principal consiste en que los datos